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1 Reyes 19:5 - Biblia Version Moderna (1929)

5 Y acostóse, y se quedó dormido debajo de un arbusto. Y he aquí que un ángel le tocó, y le dijo: ¡Levántate, come!

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Entonces se acostó y durmió debajo del árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Se acostó y se quedó dormido. Un ángel tocó a Elías y le dijo: 'Levántate y come'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y recostándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí el ángel lo tocó y le dijo: ¡Levántate y come!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Luego se tendió y se quedó dormido debajo de la retama. Pero he aquí que un ángel le tocó y le dijo: '¡Levántate y come!'.

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1 Reyes 19:5
12 Tagairtí Cros  

mas él mismo caminó, desierto adentro, la jornada de un día: y llegado, sentóse debajo de un arbusto, y pidió para sí la muerte, diciendo: ¡Ya basta, oh Jehová, quítame la vida; porque no soy yo mejor que mis padres!


Y él mirando, vió a su cabecera una torta cocida al rescoldo, y un jarro de agua; y comió, y bebió, y volvió a acostarse.


Los leoncillos padecen necesidad, y sufren hambre; pero a los que buscan a Jehová no les faltará ningún bien.


Asienta campamento el Ángel de Jehová en derredor de los que le temen, y los defiende.


Entonces dijo: He aquí que te voy a enseñar lo que ha de ser en el fin de la indignación; porque eso es para el tiempo del fin:


sí, mientras aun hablaba en mi oración, el varón Gabriel, que yo había visto en visión al principio, habiendo volado arrebatadamente, me tocó como a la hora de la oblación de la tarde;


Y VOLVIÓ el ángel que había hablado conmigo, y me despertó como a uno que despierta de su sueño.


Y, he aquí, un ángel del Señor se puso junto a él, y una luz resplandeció en la celda: y tocando a Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate presto. Y al punto cayeron las cadenas de sus manos.


¿no son todos ellos espíritus ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que han de heredar la salvación?


Sea vuestro carácter sin rastro de amor al dinero; estando contentos con lo que tuviereis: porque Él mismo ha dicho: No te dejaré, ni te desampararé.


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