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Salmos 146:4 - Biblia Martin Nieto

4 exhalan el aliento y retornan al polvo, y ese día se malogran todos sus proyectos.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Ellos, al dar su último suspiro, vuelven al polvo, y todos sus planes mueren con ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 no bien se le va el alma, vuelve al polvo, y ese día se acaban sus proyectos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Sale su espíritu y vuelve al polvo; Ese día perecen sus planes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 El aliento perdido, retornan a su tierra, y en ese mismo día sus miras se malogran.

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Salmos 146:4
17 Tagairtí Cros  

El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente.


Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir'.


Yo voy a enviar sobre la tierra un diluvio de aguas para destruir a todo ser viviente que hay bajo el cielo. Todo cuanto hay sobre la tierra morirá.


Pero si el humano muere, todo acaba; al expirar el hombre, ¿qué es de él?


¿Serán honrados sus hijos? No lo sabe. ¿Serán despreciados? No se entera.


Mi aliento se agota y mis días se apagan, sólo me queda la tumba.


Mis días han pasado, mis planes se han deshecho, han fallado las fibras de mi corazón.


mientras mi aliento siga en mí y el soplo de Dios en mis narices,


si escondes tu rostro, se acobardan; si retiras tu soplo, expiran y retornan al polvo;


El Señor desbarata el plan de las naciones y deshace los proyectos de los pueblos;


Tú haces volver al polvo a los mortales, pues tú has dicho: 'Volved, hijos de Adán'.


y que el polvo torne a la tierra como era antes, y que el espíritu vuelva a Dios, que es quien lo dio.


Sus amores, sus odios, sus envidias, todo ha perecido. Y ellos no tendrán ya parte alguna en todo lo que se hace bajo el sol.


Dejad de confiar en el hombre, pues sólo un soplo hay en su nariz. ¿Cuánta estima merece?


El aire de nuestro aliento, el ungido del Señor, quedó preso en sus fosas; aquel que decíamos: '¡A su sombra viviremos en medio de las gentes!'.


más aún, te has levantado contra el Señor del cielo: has mandado traer las copas de su templo, y tú, tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas habéis bebido vino en ellas. Has celebrado a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y todos tus caminos.


Entre los formados usamos la sabiduría, pero no la de este mundo, ni la de los gobernantes pasajeros de este mundo;


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