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Proverbios 28:17 - Biblia Martin Nieto

17 Un hombre perseguido por homicidio, hasta la tumba huirá; no se le socorre.

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Biblia Reina Valera 1960

17 El hombre cargado de la sangre de alguno Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 La conciencia atormentada del asesino lo llevará a la tumba. ¡No lo protejas!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 El violento que derramó sangre huirá hasta su muerte, ¡no lo detengan!

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 El hombre culpable de homicidio corre a la fosa: ¡Nadie lo detenga!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 El culpable de asesinato corre a la tumba. ¡Que nadie le ayude!

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Proverbios 28:17
16 Tagairtí Cros  

Cuando cultives la tierra, no te dará ya sus frutos. Andarás errante y vagabundo sobre la tierra'.


Quien derrame sangre de hombre verá la suya derramada por el hombre, porque Dios ha hecho al hombre a su imagen.


Entonces Absalón huyó. El centinela levantó la vista y vio que venía mucha gente por el camino de Bajurín, del lado de la montaña.


Después llegaron diez jóvenes, escuderos de Joab, y lo remataron.


Cuando le comunicaron al rey Salomón que Joab se había refugiado en el santuario del Señor y que estaba junto al altar, ordenó a Benayas, hijo de Yehoyadá, que fuera y lo matara.


Y añadirás: Esto dice el Señor: En el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también la tuya'.


El Señor ha dicho también contra Jezabel: Los perros comerán a Jezabel en la propiedad de Yezrael.


¿No he visto ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos? Oráculo del Señor. Pues en esta heredad te daré tu merecido: Oráculo del Señor. Por tanto, agárralo y tíralo a la heredad, conforme a la palabra del Señor'.


Si un hombre se irrita contra su prójimo y lo mata con premeditación, será arrancado incluso de mi altar para hacerlo morir.


los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente,


Pero Ismael, hijo de Netanías, logró escapar con ocho hombres, de Juan, hacia el país de los amonitas.


Cuando los indígenas vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: 'Este hombre es ciertamente un asesino; se ha librado del mar, pero la justicia divina no le permite vivir'.


En cambio, si un hombre que odia a su prójimo le prepara una emboscada, se arroja sobre él, le hiere mortalmente y luego se refugia en una de estas ciudades,


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