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Nehemías 9:16 - Biblia Martin Nieto

16 Pero nuestros padres se obstinaron, endurecieron su cabeza, no obedecieron tus órdenes.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 »Sin embargo, nuestros antepasados fueron arrogantes y tercos, y no prestaron ninguna atención a tus mandatos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 pero nuestros padres se negaron, se pusieron testarudos y no obedecieron tus órdenes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Pero ellos y nuestros padres obraron con soberbia y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Pero ellos, nuestros padres, fueron insolentes: endurecieron su cerviz, desoyeron tus mandatos.

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Nehemías 9:16
33 Tagairtí Cros  

Pero no hicieron caso, tuvieron una cabeza dura, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios;


Sí, nuestros padres han pecado y han hecho lo que es malo a los ojos del Señor, nuestro Dios, lo han abandonado, han apartado su rostro de la morada del Señor y le han dado la espalda.


No seáis de cabeza dura como vuestros padres. Tended vuestras manos al Señor y venid al santuario que él ha santificado para siempre. Servid al Señor, Dios vuestro, y el furor de su ira se apartará de vosotros.


Se rebeló asimismo contra el rey Nabucodonosor, al cual había prestado juramento en el nombre de Dios. Fue terco y obstinado y no quiso convertirse al Señor, Dios de Israel.


realizaste milagros y prodigios contra el Faraón, contra todos sus siervos y contra el pueblo entero de su país, porque sabías que los habían tratado con arrogancia, y te granjeaste un renombre que todavía hoy dura.


Les instabas a convertirse a tu ley; pero ellos, obstinados, no obedecieron a tus mandamientos y pecaron contra tus leyes, que dan la vida a quien las pone en práctica; se encogieron de hombros, endurecieron su cabeza y no quisieron obedecer.


Hemos pecado, igual que nuestros padres, hemos sido perversos y traidores.


Gritaste en la opresión y te salvé, te respondí oculto entre los truenos, en las aguas de Meribá te puse a prueba'.


Les dijo: 'Si verdaderamente escuchas la voz del Señor, tu Dios, y haces lo que es recto a sus ojos, prestas oído a sus mandatos y observas todos sus estatutos, no enviaré sobre ti ninguna de las plagas con que castigué a los egipcios, porque yo soy el Señor, tu salvador'.


El Señor añadió a Moisés: 'Ya veo lo que es este pueblo, un pueblo de cabeza dura.


El hombre que ante los reproches se hace más terco será quebrantado de repente y sin remedio.


¡Oh, si hubieras obedecido a mis mandamientos! Tu paz sería como un río y tu justicia como las olas del mar.


Porque sabía que tú eres obstinado, que es una barra de hierro tu cerviz y de bronce tu frente,


Pero ellos se rebelaron contra él y afligieron su santo espíritu. Entonces él se hizo su enemigo, y peleó contra ellos.


'Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Yo traeré sobre esta ciudad y sobre sus ciudades anejas todas las calamidades con las que le he amenazado por haberse endurecido negándose a escuchar mis palabras'.


¡Qué generación la vuestra! Ved lo que dice el Señor: ¿He sido yo un desierto para Israel o una tierra tenebrosa? Pues, ¿por qué dice mi pueblo: 'Nosotros nos vamos, no volveremos más a ti'?


Pero no me escucharon ni me hicieron caso. Endurecieron su cabeza y se portaron peor que sus padres.


Pero ella se ha rebelado contra mis leyes con más perversidad que estas naciones, y contra mis decretos más que los países que la circundan, pues han desechado mis leyes y no han procedido según mis mandamientos.


Hombres de cabeza dura e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como fueron vuestros padres, así sois también vosotros.


Tú, con tu corazón impenitente y duro, estás amontonando castigos para el día del castigo, cuando se manifieste el justo juicio de Dios,


porque yo sé que eres un pueblo rebelde y de cabeza dura. Si hoy, cuando yo estoy todavía en medio de vosotros, sois rebeldes al Señor, cuánto más lo seréis después de mi muerte.


Engordó Jesurún y tiró coces -estabas gordo y corpulento-; / volvió las espaldas a Dios, / su creador, / y despreció la roca de su salvación.


¡Oh, si tuvieran siempre ese mismo corazón, siempre me temerían, guardarían mis mandamientos y serían felices ellos y sus hijos!


Y continuó: Ya he visto a este pueblo: es un pueblo de cabeza dura;


Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob. No te fijes en la terquedad de este pueblo, en su crimen y en su pecado,


Reconoce que el Señor, tu Dios, no te da la posesión de esa buena tierra debido a tu justicia, pues no eres más que un pueblo de cabeza dura.


Más bien, animaos mutuamente cada día mientras dura este 'hoy', de modo que ninguno de vosotros se endurezca por la seducción del pecado.


Cuando se dice: Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como ocurrió en la rebelión,


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