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Lamentaciones 4:8 - Biblia Martin Nieto

8 Su rostro ahora es más oscuro que negrura, no se les reconoce por las calles; su piel está pegada a los huesos, seca como madera.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Pero ahora sus caras son más negras que el carbón; nadie los reconoce en las calles. La piel se les pega a los huesos; está tan seca y dura como la madera.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Su semblante ahora es más oscuro que carbón, ya no se los reconoce por las calles. Su piel está pegada a sus huesos, seca como madera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 j Hoy sus rostros son más negros que el hollín, Y en las calles no se los reconoce; Su piel se ha pegado a sus huesos, está seca como un leño.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Jet. Más negro es hoy su rostro que el hollín; nadie los reconoce por las calles. Su piel se ha pegado a sus huesos, seca está como madera.

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Lamentaciones 4:8
17 Tagairtí Cros  

A mi piel y a mi carne se han pegado mis huesos, tan sólo escapo con la piel de mis dientes.


Al levantar sus ojos desde lejos no lo reconocieron, y se pusieron a llorar a grandes voces, rasgando cada uno su manto y esparciendo polvo sobre sus cabezas.


Mi piel ennegrecida se me salta, mis huesos queman por la fiebre.


cuando se consume su carne a ojos vista, y sus huesos aparecen desnudos;


Por tu indignación y tu furor me has levantado y me has tirado lejos;


Soy como un pellejo puesto al humo, pero no he olvidado tus decretos.


de día y de noche tu mano pesaba sobre mí, mi savia se secaba al ardor del verano.


pues tus flechas se han clavado en mí, ha caído sobre mí tu mano;


Y si muchos se habían horrorizado al verlo -tan desfigurado estaba su semblante que no tenía ya aspecto de hombre-,


Nuestra piel abrasa como un horno, por el ardor del hambre.


Ante él se estremecen los pueblos, todos los rostros palidecen.


Robad la plata, robad el oro. ¡Son innumerables las reservas, verdaderos montones de objetos preciosos!


Hasta el polvo de vuestro pueblo que se nos pegó a los pies nos lo sacudimos.


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