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Lamentaciones 1:1 - Biblia Martin Nieto

1 ¡Ay, cómo está postrada en soledad la ciudad tan populosa! Como una viuda se ha quedado la grande entre las naciones. La señora entre las provincias ha sido esclavizada.

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Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La señora de provincias ha sido hecha tributaria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Jerusalén, antes colmada de gente, ahora está desierta. La que en su día fue grande entre las naciones ahora queda sola como una viuda. La que antes era la reina de toda la tierra ahora es una esclava.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Ay, qué solitaria quedó Jerusalén, la ciudad tan poblada. Como una viuda quedó la grande entre las naciones. La ciudad que dominaba las provincias tiene ahora que pagar impuestos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 a ¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad populosa! ¡Cómo se convirtió en viuda la grande de las naciones! ¡La princesa de provincias se ha tornado tributaria!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Álef. ¡Ay, cómo se sienta solitaria la ciudad populosa! Es como una viuda la grande entre las naciones. La princesa entre las provincias está sujeta a tributo.

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Lamentaciones 1:1
38 Tagairtí Cros  

Pero el Faraón Necó lo encadenó en Ribla, en el país de Jamat, lo destronó de Jerusalén e impuso al país un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata y treinta y cuatro de oro.


Joaquín entregó la plata y el oro al faraón. Para poder dar al faraón el oro y la plata tuvo que poner un impuesto a todo el país, a cada uno según sus bienes.


Dominó sobre todos los reyes, desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera de Egipto.


que ha habido en Jerusalén reyes poderosos cuyo dominio se extendía sobre todo el territorio de Transeufratina y que recibían tributos, impuestos y derechos de paso.


Y otros: 'Tenemos que hipotecar nuestros campos y nuestras viñas para pagar el tributo al rey.


Sus frutos van a parar a los reyes que tú nos has impuesto por nuestros pecados y que disponen a su gusto de nosotros y de nuestro ganado. ¡Qué inmensa es nuestra angustia!


Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según la norma de Israel, para alabar el nombre del Señor.


¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la aurora? ¿Cómo has sido derribado a tierra tú, el vencedor de las naciones?


oh llena de ruidos, villa estrepitosa, ciudad alborozada? Tus muertos no son víctimas de la espada ni caídos en el combate.


Llanto y lamento habrá en tus puertas, y yacerás desolada en el polvo.


Entonces dirás en tu corazón: ¿Quién me ha engendrado a éstos? Yo estaba sin hijos y estéril, desterrada y desechada; a éstos, ¿quién me los ha criado? Sí, sola había quedado; éstos, ¿de dónde vienen?


El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás.


Sacúdete el polvo, levántate, Jerusalén cautiva. Saca tu cuello de sus coyundas, hija de Sión, cautiva.


¡Oh, qué bellos son por los montes los pies del mensajero de albricias, que anuncia la paz, que trae la dicha, que anuncia la salvación y dice a Sión: ¡Tu Dios reina!


No temas, pues no tendrás ya que avergonzarte; no te sonrojes, pues no serás ya confundida; olvidarás la afrenta de tu juventud y no te acordarás del oprobio de tu viudez.


Esto dice el Señor: ¡Gritad de gozo por Jacob, aclamad a la primera de las naciones! ¡Publicad, alabad, decid: El Señor ha librado a su pueblo, al resto de Israel!


Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, les juró a ellos y a su gente: 'No temáis estar sometidos a los caldeos. Quedaos en el país, sujetos al rey de Babilonia, y os irá bien.


se presentaron al profeta Jeremías y le dijeron: 'Acoge por favor nuestros ruegos y pide al Señor, tu Dios, por este pequeño resto que somos nosotros, ya que de tantos como éramos hemos quedado pocos, como estás viendo con tus propios ojos.


Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Ya habéis visto todos los males que yo he mandado sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; hoy son un montón de ruinas sin un alma que habite en ellas


Por eso se encendieron mi furor y mi cólera y consumieron las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, dejándolas convertidas en desolación y ruinas, como lo están actualmente.


¡Cómo ha sido roto, hecho pedazos, el martillo de toda la tierra! ¡Cómo ha quedado hecha un horror Babilonia entre las naciones!


¿Qué sabio hay que comprenda esto? ¿A quién se lo ha dicho la boca del Señor? Que lo publique, ¿por qué el país está perdido, abrasado como el desierto, por donde nadie pasa?


He llamado a mis amantes, pero me han traicionado. Mis sacerdotes y mis ancianos han muerto en la ciudad, mientras buscaban alimento que reanimara su vida.


¡Ay, cómo el Señor en su ira ha cubierto de sombras a la hija de Sión! Ha precipitado del cielo a la tierra la gloria de Israel: ¡No quiere acordarse del estrado de sus pies, en el día de su ira!


En tierra están sentados y enmudecen los ancianos de la hija de Sión; han esparcido ceniza en su cabeza, se han vestido de sayal; doblegan su cabeza hasta la tierra las doncellas de Jerusalén.


¡Ay, cómo se ha deslucido el oro, se ha alterado el oro tan fino! ¡Están esparcidas las piedras sagradas por las esquinas de todas las calles!


Ha caído de nuestra cabeza la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!


Bajarán de sus tronos todos los príncipes del mar, se quitarán sus mantos y se despojarán de sus vestiduras recamadas; se vestirán de luto, se sentarán en tierra, sufrirán incesantes temblores y estarán consternados por ti.


'Hijo de hombre, porque Tiro se ha burlado de Jerusalén diciendo: ¡Ja, ja, ha sido rota la puerta de los pueblos! Se vuelve hacia mí, yo me enriquezco: ¡Está devastada!,


Esto dice el Señor Dios: Ésta es la ciudad de Jerusalén, que yo había situado en medio de las naciones y de sus territorios.


Convertiré en desiertos vuestras ciudades, devastaré vuestros santuarios y no aspiraré más el aroma de vuestros sacrificios.


A vosotros os dispersaré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada. Vuestra tierra será una desolación y vuestras ciudades un montón de ruinas.


Ésta es la ciudad alegre que vivía confiada y decía en su corazón: '¡Yo, y sólo yo!'. ¡Cómo ha quedado desolada! ¡Una guarida de fieras! Todo el que pasa junto a ella silba y agita la mano.


cuanto se ha procurado de gloria y de lujo, dadle de tormento y de duelo. Porque ella dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda; no conoceré jamás el duelo,


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