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Job 40:4 - Biblia Martin Nieto

4 Heme aquí, mezquino soy; ¿qué puedo responderte? ¡Pongo la mano en la boca!

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Biblia Reina Valera 1960

4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 «No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas? Me taparé la boca con la mano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Hablé con ligereza, ¿qué te contestaré? Prefiero ponerme la mano ante la boca.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 He aquí, soy insignificante, ¿Qué puedo responderte? Pongo mi mano en mi boca.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 'He hablado a la ligera: ¿Qué responderé? Taparé con mi mano mi boca.

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Job 40:4
35 Tagairtí Cros  

Abrahán replicó: 'Soy en verdad muy atrevido insistiendo ante mi Dios, yo, que soy polvo y ceniza.


Luego exclamó: 'Dios de mi padre Abrahán, Dios de mi padre Isaac, Señor, que me dijiste: Vuelve a tu tierra y a tu familia y yo te haré el bien,


Después de haber hecho el censo del pueblo, David sintió que le remordía la conciencia, y dijo al Señor: '¡He cometido un gran pecado por haber hecho esto! Señor, perdona el pecado de tu siervo, porque he obrado como un insensato'.


Él se internó en el desierto una jornada de camino y fue a sentarse bajo una retama, deseándose la muerte y diciendo: '¡Ya basta, oh Señor! Quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres'.


¡Oh Señor, Dios de Israel!, gracias a tu justicia hemos podido subsistir como un resto de supervivientes. Nos reconocemos culpables ante ti, somos indignos de estar en tu presencia'.


y exclamé: 'Dios mío, estoy confundido y me avergüenzo de levantar mi rostro hacia ti, porque nuestras iniquidades sobrepasan nuestra cabeza, y nuestros delitos llegan hasta el cielo.


Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, porque tú has demostrado tu lealtad, y nosotros, en cambio, nuestra maldad.


Defienda él el pleito entre un hombre y Dios como entre un mortal y otro mortal.


Miradme bien: quedaréis aterrados y pondréis la mano en vuestra boca.


los notables suspendían sus palabras y su mano ponían en la boca;


De todos mis pasos le daría cuenta, me acercaría a él igual que un príncipe.


Indícanos qué le hemos de decir, pues a causa de las tinieblas no discutiremos.


Por eso retracto mis palabras y en polvo y ceniza hago penitencia.


líbrame de todas mis maldades, no me expongas a la burla de los necios.


Si has sido tan necio que te has alabado y luego reflexionaste, ponte la mano en la boca;


Todos nosotros, como ovejas, andábamos errantes; cada cual siguiendo su propio camino. Y el Señor ha hecho recaer sobre él la perversidad de todos nosotros.


Yo exclamé: ¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros; vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, al Señor todopoderoso.


No hubo nadie que invocara tu nombre, que despertara para apoyarse en ti, pues tú habías escondido tu rostro de nosotros y nos habías dejado a merced de nuestras iniquidades.


reduzca su boca al polvo, pues quizá haya aún esperanza;


para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas a abrir más la boca de sonrojo, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho', dice el Señor Dios.


Nosotros hemos pecado, hemos cometido injusticias y delitos, nos hemos rebelado y apartado de tus mandamientos y tus preceptos.


A ti, oh Señor, la justicia; a nosotros la vergüenza, como ahora la soportan los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo el país, próximos y lejanos, en todas las tierras donde los has dispersado por los delitos que cometieron contra ti.


Si la lepra se propaga por la piel y la recubre entera, de la cabeza a los pies, todo cuanto aparece a la vista del sacerdote,


Las naciones lo verán y quedarán cubiertas de vergüenza, a pesar de todo su poder; pondrán la mano en la boca, y sus oídos quedarán sordos.


El Señor, en cambio, está en su santo templo; silencio ante él, tierra entera.


Yo levantaré mi mano contra ellas, y serán presa de los que eran sus esclavos. Entonces sabréis que el Señor omnipotente me ha enviado.


El publicano, por el contrario, se quedó a distancia y no se atrevía ni a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador.


Al ver esto Simón Pedro, cayó a los pies de Jesús, diciendo: 'Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador'.


Esta doctrina es digna de crédito y debe ser aceptada sin reserva: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, el primero de los cuales soy yo.


Ellos respondieron: 'Cállate; cierra la boca, ven con nosotros y serás para nosotros padre y sacerdote. ¿Qué es mejor para ti: ser sacerdote de una casa particular o ser el sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?'.


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