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Isaías 53:11 - Biblia Martin Nieto

11 Después de las penas de su alma, verá la luz y quedará colmado. Por sus sufrimientos mi siervo justificará a muchos y cargará sobre sí las iniquidades de ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Cuando vea todo lo que se logró mediante su angustia, quedará satisfecho. Y a causa de lo que sufrió, mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Después de las amarguras que haya padecido su alma, gozará del pleno conocimiento. El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos, después de cargar con sus deudas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Gracias a la aflicción de su alma, verá la luz° y quedará satisfecho. Por su conocimiento, mi Siervo, el Justo, justificará a muchos, Y cargará con los pecados de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Libre de los trabajos de su alma, verá la luz, y se saciará de conocimiento. Como justo, mi siervo justificará a muchos, y sus iniquidades él mismo se las cargará.

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Isaías 53:11
37 Tagairtí Cros  

Aquí está mi siervo a quien protejo; mi elegido, en quien mi alma se complace. He puesto en él mi espíritu, para que traiga la justicia a las naciones.


Gracias al Señor toda la raza de Israel obtendrá la justicia y saltará de gozo.


Y me dijo: Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorificaré.


He aquí que mi siervo prosperará, se elevará, crecerá y será magnífico.


Por eso le daré en herencia multitudes, y gente innumerable recibirá como botín, pues se entregó indefenso a la muerte y fue contado entre los malhechores, él, que llevaba los pecados de muchos e intercedía por los malhechores.


Con violencia e injusticia fue apresado; de su causa, ¿quién se cuida? Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido de muerte por los pecados de mi pueblo.


Los sabios brillarán entonces como el resplandor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas por toda la eternidad.


Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa, para poner fin al delito y a la injusticia, para perdonar los crímenes e instaurar una justicia eterna, para que se cumplan visión y profecía y para consagrar el lugar santísimo.


de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por la liberación de todos'.


Entró en agonía, y oraba más intensamente; sudaba como gotas de sangre, que corrían por el suelo.


Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto.


La mujer cuando está de parto se siente angustiada, porque ha llegado su hora; pero cuando ya ha dado a luz al niño, no se acuerda más de la angustia por la alegría de que ha nacido un hombre en el mundo.


Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo).


también por nosotros, a quienes se ha de contar; a los que creemos en el que resucitó a Jesús, nuestro Señor, de entre los muertos,


Con mucha más razón, justificados ahora por su sangre, seremos librados por él del castigo.


Eso erais antes algunos; pero habéis sido lavados, consagrados y justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.


Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas,


Hijos míos, sufro por vosotros como si os estuviera de nuevo dando a luz hasta que Cristo sea formado en vosotros.


fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.


así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados del mundo, aparecerá una segunda vez, sin pecado, para dar la salvación a los que le esperan.


él que llevó en su propio cuerpo nuestros pecados sobre la cruz para que, muertos para el pecado, vivamos para la justicia: por sus heridas hemos sido curados.


Pues también Cristo murió una vez por los pecados el justo por los injustos, con el fin de llevarnos a Dios. Sufrió la muerte corporal, pero fue devuelto a la vida espiritual;


creced más bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad!


Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos junto al Padre un defensor, Jesucristo, el justo.


Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,


que la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estén con nosotros, junto con la verdad y el amor.


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