Biblia Todo Logo
Bíobla ar líne
- Fógraí -





Isaías 48:8 - Biblia Martin Nieto

8 No lo has oído, ni lo conocías, tu oído aún no se había abierto, pues yo sabía que eres pérfido y que te llamas rebelde desde el vientre de tu madre.

Féach an chaibidil Cóip


Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

8 Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Sí, te diré cosas completamente nuevas; cosas que nunca antes habías oído. Pues conozco muy bien lo traidora que eres; fuiste rebelde desde tu nacimiento.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Tú nada de ellas habías escuchado o sabido, ni habían llegado con anticipación a tus oídos; porque yo sabía lo infiel que eres, que desde el seno de tu madre te llaman 'el rebelde'.

Féach an chaibidil Cóip

La Biblia Textual 3a Edicion

8 Nada oíste acerca de ellas, ni las conociste, Aún no estaba abierto tu oído, Porque Yo sabía que tú actuarías deslealmente; Tanto, que desde el seno materno se te llamó rebelde.

Féach an chaibidil Cóip

Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Ni lo habías oído ni sabido, ni tu oído estaba abierto, porque yo sabía que siempre traicionas y que eres rebelde desde el seno materno.

Féach an chaibidil Cóip




Isaías 48:8
33 Tagairtí Cros  

¡Qué grandes son, Señor, Dios mío, los proyectos y los milagros que hiciste por nosotros!: eres incomparable. Yo quisiera decirlos, proclamarlos; pero son tantos, que no pueden contarse.


Reconozco mi iniquidad, tengo siempre delante mi pecado.


¡No! Conscientemente cometéis injusticias, abrís camino a la violencia en el país.


Una dura visión me ha sido revelada: ¡El ladrón roba, el devastador devasta! ¡Avanza, Elán; pon cerco, Media! A todo gemido pongo fin.


Señor, alzada está tu mano; pero ellos no la miran. ¡Vean tu celo por tu pueblo, y se avergüencen, y el fuego preparado para tus enemigos los devore!


¡Ay de ti, devastador, que no has sido devastado; ay de ti, saqueador, que aún no has sido saqueado! Cuando termines de devastar, serás tú devastado; cuando termines de saquear, serás saqueado.


Por eso derramó sobre él el ardor de su cólera y los horrores de la guerra. ¡Rodeado de llamas, no ha entendido; abrasado, no ha prestado atención!


Recordad esto y entendedlo bien; entrad en razón, pecadores.


Pero un desastre te alcanzará, que no podrás conjurar; una calamidad caerá sobre ti, que no podrás evitar; la ruina te llegará de repente sin darte cuenta.


Porque sabía que tú eres obstinado, que es una barra de hierro tu cerviz y de bronce tu frente,


acaban de ser creadas ahora mismo, sin que antes las hubieras oído, para que no puedas decir: Ya lo sabía.


El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás.


¿De quién os burláis? ¿Contra quién abrís la boca y a quién sacáis la lengua? ¿No sois vosotros los hijos del pecado, la raza de la mentira?


Mas como una mujer traiciona a su amante, así me ha traicionado a mí la casa de Israel -dice el Señor-.


Sí, harto me han traicionado la casa de Israel y la casa de Judá -dice el Señor-.


Escucha, pueblo necio e insensato, que tiene ojos y no ve, oídos y no oye.


¿A quién he de hablar? ¿A quién conjurar para que escuche? Ved, su oído está incircunciso, no pueden escuchar. Ved, la palabra del Señor es para ellos objeto de irrisión; han perdido su gusto.


Han traicionado al Señor, han engendrado hijos bastardos; pero un conquistador los devorará a ellos y a sus campos.


Pero ellos en Adán han violado la alianza, allí me han traicionado.


Los extranjeros devoran su fuerza sin que él se dé cuenta; se ha llenado de canas, pero él no lo ha notado.


Judá ha cometido una traición; en Israel y en Jerusalén se cometen acciones horribles. Judá ha profanado el santuario querido del Señor al casarse con la hija de un dios extranjero.


Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás.


El Señor dijo a Moisés: 'Mira, ya vas a descansar con tus padres. Este pueblo se va a prostituir ante dioses extranjeros, los de la tierra que va a ocupar. Me abandonará y violará la alianza que he hecho con él.


Sí, aquel día me apartaré todavía más de ellos por tanto mal como habrán hecho yéndose tras otros dioses.


Lean orainn:

Fógraí


Fógraí