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Isaías 36:9 - Biblia Martin Nieto

9 ¿Cómo vas a hacer retroceder a uno solo de los más ínfimos servidores de mi señor? Pero tú te fías de Egipto para conseguir carros y jinetes.

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Biblia Reina Valera 1960

9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Con tu pequeño ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al contingente más débil de las tropas de mi amo, aunque contaras con la ayuda de los carros de guerra y sus conductores de Egipto?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 ¡Pero ni siquiera eres capaz de hacer retroceder al más insignificante de los generales de mi patrón! Mientras confiabas en Egipto, pensando que te daría carros y caballerías,

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¿Cómo podrás resistir al más ínfimo de los siervos de mi señor, aun confiando en que Egipto te dará carros y jinetes?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 ¿Cómo vas a hacer retroceder a un gobernador, a cualquiera de los menores servidores de mi señor? Tú confías en Egipto, en espera de carros y jinetes.

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Isaías 36:9
13 Tagairtí Cros  

No puedes hacer huir al más insignificante de los siervos de mi señor, ¿y esperas conseguir carros y caballos en Egipto?


El Señor había hecho oír en el campamento de Siria un estrépito de carros de combate y de caballos, estrépito como de un poderoso ejército, y se habían dicho unos a otros: 'El rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y a los reyes de Egipto para atacarnos'.


Se apareja el caballo para el día del combate, pero del Señor depende la victoria.


Pues dice: ¿No son reyes mis jefes?


Bochorno y confusión habrá por Egipto, en quien se esperaba; y por Etiopía, en quien se confiaba.


El apoyo de Egipto será vano y vacío; por eso yo le llamo el monstruo perezoso.


El egipcio es un hombre, y no un dios; y sus caballos son carne, no espíritu. El Señor extenderá su mano, y se tambaleará el protector; caerá el protegido y todos a la vez perecerán.


¡Ah, sí, en Egipto confías, en esa caña rota que se clava y punza la mano de quien se apoya en ella! ¡Tal es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que ponen en él su confianza!


Ahora, pues, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: yo te daré dos mil caballos si logras encontrar otros tantos jinetes.


¡Qué inconstante eres cambiando de caminos! ¡También con Egipto quedarás corrida como lo fuiste con Asiria!


Pero ese rey no debe tener muchos caballos ni enviar de nuevo gente a Egipto para aumentar su caballería, pues el Señor, tu Dios, ha dicho: No volváis nunca jamás por ese camino.


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