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Hechos 28:4 - Biblia Martin Nieto

4 Cuando los indígenas vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: 'Este hombre es ciertamente un asesino; se ha librado del mar, pero la justicia divina no le permite vivir'.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

4 Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Los habitantes de la isla, al ver la serpiente colgando de su mano, se decían unos a otros: «¡Sin duda este es un asesino! Aunque se salvó del mar, la justicia no le permitirá vivir»;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Al ver los nativos a la víbora colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros: 'Sin duda éste es un asesino. Aunque se haya salvado del mar, la justicia divina no lo deja vivir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Los nativos° entonces, cuando vieron el animal° que colgaba de su mano, decían unos a otros: Sin ninguna duda, este hombre es un homicida, pues aunque se ha salvado del mar, la Justicia° no lo ha dejado vivir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Cuando los nativos vieron el reptil pendiente de su mano, se decían unos a otros: 'Muy criminal debe de ser este hombre cuando, salvado del mar, la justicia divina no le deja seguir viviendo'.

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Hechos 28:4
20 Tagairtí Cros  

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: '¿Es cierto que os ha dicho Dios: No comáis de ningún árbol del jardín?'.


Un hombre perseguido por homicidio, hasta la tumba huirá; no se le socorre.


Pues el Señor sale de su morada para castigar los crímenes de los habitantes de la tierra. La tierra vomitará su sangre y no cubrirá ya más a sus víctimas.


Las bestias del campo me glorificarán, los chacales y las avestruces, porque yo daré agua en el desierto, y ríos en la tierra seca, para abrevar a mi pueblo, a mi elegido.


Ésta es la ciudad alegre que vivía confiada y decía en su corazón: '¡Yo, y sólo yo!'. ¡Cómo ha quedado desolada! ¡Una guarida de fieras! Todo el que pasa junto a ella silba y agita la mano.


para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente vertida sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien asesinasteis entre el santuario y el altar.


Y todo el pueblo respondió: 'Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos'.


Jesús les dijo: '¿Pensáis que esos galileos eran los más pecadores de todos los galileos porque sufrieron eso?


¿Creéis que aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató eran los únicos culpables entre todos los vecinos de Jerusalén?


No juzguéis por las apariencias, juzgad con justicia'.


Los indígenas nos trataron con una humanidad poco común; como estaba lloviendo y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a calentarnos.


Pablo recogió un montón de ramaje y, al echarlo al fuego, una víbora, que escapaba de las llamas, le mordió la mano.


Mas él se sacudió la víbora, la echó al fuego y no sufrió daño alguno.


Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los homicidas, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el estanque ardiente de fuego y de azufre: ésta es la segunda muerte'.


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