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Ezequiel 8:3 - Biblia Martin Nieto

3 Alargó una especie de mano, me agarró por los cabellos y el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que da al norte, allí donde estaba situado el ídolo que provoca los celos.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Extendió lo que podía ser una mano y me agarró por los cabellos: inmediatamente el Espíritu me levantó entre el cielo y la tierra. Me llevó a Jerusalén en una visión divina hasta la entrada de la puerta que mira al norte, allí donde está el ídolo que provoca los celos del Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y extendió como la forma de una mano, y tomándome por una guedeja de mi cabeza, el espíritu me alzó entre la tierra y los cielos, y en visiones de Dios me llevó a Jerusalem, a la entrada de la puerta interior, que mira hacia el norte, donde estaba el asiento de la imagen de los celos, la que provoca a celos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Alargó una especie de mano y me asió por un mechón de los pelos de la cabeza; entonces el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que mira al norte, donde estaba el emplazamiento del ídolo del celo que provoca los celos.

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Ezequiel 8:3
39 Tagairtí Cros  

Y va a suceder que, cuando yo me separe de ti, el espíritu del Señor te llevará a un lugar que yo no sé, y después de haber ido a dar la nueva a Ajab, él, al no encontrarte, me matará. Con todo, tu siervo teme al Señor desde su mocedad.


En cuanto al altar de bronce que estaba ante el Señor, entre el altar nuevo y el templo del Señor, lo retiró de allí y lo puso al lado norte del altar nuevo.


Luego le dijeron: 'Mira, entre tus siervos hay cincuenta hombres robustos. Que vayan y busquen a tu amo, no sea que le haya arrebatado el espíritu del Señor y le haya arrojado en algún monte o en algún valle'. Pero él dijo: 'No los mandéis'.


Y hasta puso la imagen de Aserá en el templo del Señor, del que el Señor había dicho a David y a Salomón, su hijo: 'En este templo y en Jerusalén, elegida por mí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;


le indignaron con sus colinas, con sus ídolos excitaron sus celos.


No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra o en el agua bajo tierra.


No te postrarás ante ella ni le darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad del padre en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,


No adorarás a otro Dios, porque el nombre del Señor es Celoso y él es un Dios celoso.


Hasta en el templo que lleva mi nombre han colocado sus ídolos detestables para profanarlo.


Sí, los hijos de Judá han hecho lo que desagrada a mis ojos - dice el Señor-; han colocado la inmundicia de sus ídolos en el templo donde se invoca mi nombre, para profanarlo.


El año treinta, el mes cuarto, el día cinco del mes, me encontraba yo entre los deportados junto al río Quebar, cuando se abrieron los cielos y contemplé visiones divinas.


Los querubines se habían detenido al lado derecho del templo cuando el hombre entró, y la nube llenaba el atrio interior.


Después el espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental del templo del Señor, que da a levante; allí, en la entrada de la puerta, estaban veinticinco hombres, entre los cuales vi a Yazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Banayas, jefes del pueblo.


Entonces el espíritu se levantó y me llevó en visión, en el espíritu de Dios, a Caldea, donde los deportados. Después desapareció de mí la visión que había contemplado.


Yo miré y vi una mano tendida hacia mí con un libro enrollado.


Entonces el espíritu me arrebató y oí detrás de mí el ruido de una gran trepidación, mientras la gloria del Señor se levantaba de su sitio;


El espíritu me levantó y me arrebató; iba yo amargado, con el ánimo lleno de excitación, mientras la mano del Señor pesaba fuertemente sobre mí.


El Señor puso su mano sobre mí, me trasladó por medio de su espíritu y me dejó en medio de la vega, que estaba llena de huesos.


en visiones divinas, a la tierra de Israel. Me posó sobre un monte altísimo, en cuya cima parecía que estaba edificada una ciudad mirando al mediodía.


Entonces el espíritu me levantó y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo.


No pondrán su umbral junto a mi umbral, ni sus jambas junto a mis jambas, con un muro común entre ellos y yo, profanando así mi santo nombre con todas las prácticas detestables que cometieron y por las que yo los aniquilé en mi cólera.


Te lo juro, dice el Señor Dios: Tú has profanado mi santuario con tus ídolos y tus monstruosidades, pero también yo caeré sin misericordia y sin piedad.


Estaban pagados del esplendor de sus joyas, con ellas fabricaron las detestables imágenes de sus ídolos; por eso yo se lo convertiré en basura.


Y me dijo: 'Hijo de hombre, levanta tus ojos hacia el norte'. Levanté mis ojos hacia el norte, y vi al norte de la puerta del altar el ídolo de los celos en la entrada.


Y por la calle de la puerta de arriba que da al norte llegaron seis hombres, cada cual con su instrumento de exterminio en la mano. En medio de ellos había un personaje, vestido de lino, con la cartera de escriba a la cintura. Entraron y se detuvieron junto al altar de bronce.


Una mano me tocó y me hizo enderezarme temblando sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.


Entonces aquel personaje de aspecto humano me tocó de nuevo y me reanimó.


De pronto aparecieron los dedos de una mano humana, que se pusieron a escribir, delante del candelabro, en la pared del palacio real. El rey, al ver la mano que escribía,


Al salir del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco ya no lo vio más, y continuó su camino muy contento.


Lo provocaron con dioses extranjeros, / lo irritaron con acciones horribles.


Me dan celos con un dios que no es dios, / me irritan con dioses ilusorios; / pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo / y los irritaré con una nación fatua.


porque el Señor, tu Dios, es fuego abrasador, Dios celoso.


No te postrarás ante ellas ni les darás culto, pues yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo las faltas de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,


pues el Señor, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso, y la ira del Señor, tu Dios, se encendería contra ti y te haría desaparecer sobre la tierra.


Josué dijo al pueblo: 'Vosotros no podréis servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, y no soportará vuestros delitos ni vuestros pecados.


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