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Ezequiel 8:11 - Biblia Martin Nieto

11 Y setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Jazanías, hijo de Safán, estaban de pie ante aquéllos, cada uno con su incensario en la mano, del cual subía el perfume del incienso.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Allí había de pie setenta líderes de Israel y en el centro estaba Jaazanías, hijo de Safán. Todos tenían en la mano un recipiente para quemar incienso y de cada recipiente se elevaba una nube de incienso por encima de sus cabezas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Había allí setenta hombres, cada uno con su incensario en la mano, y el humo del incienso se elevaba. Eran los ancianos de Israel y entre ellos reconocí a Jeconías, hijo de Safán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y delante de ellos estaban de pie setenta varones de los ancianos de Israel, con Jaazanías ben Safán, en medio de ellos, cada uno con su incensario en la mano, y una espesa nube de incienso iba subiendo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Y setenta de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Yazanías, hijo de Safán, estaban de pie ante ellos, cada uno con su incensario en la mano, mientras ascendía el perfume de una nube de incienso.

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Ezequiel 8:11
31 Tagairtí Cros  

y ordenó al sacerdote Jelcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, a Safán, el secretario, y a Asaías, cortesano del rey:


El sacerdote Jelcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Juldá, esposa de Salún, hijo de Ticua y nieto de Jarjás, el guardarropa del templo. Juldá vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Le expusieron el caso,


El año dieciocho de su reinado, Josías envió al templo a su secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán. Le dijo:


Jelcías, el sumo sacerdote, dijo a Safán, el secretario: 'He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor'. Jelcías dio el libro a Safán, quien lo leyó.


Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso al frente del pueblo que quedó en Judá a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán.


Al sentirse poderoso, se llenó de soberbia, lo que fue su perdición. Fue infiel al Señor y entró en el templo a ofrecer incienso sobre el altar de los perfumes.


Ozías, todavía con el incensario en su mano para quemar el incienso, montó en cólera contra los sacerdotes y, al instante, brotó la lepra en su frente en presencia de los sacerdotes en el templo del Señor, junto al altar de los perfumes.


y ordenó a Jelcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Abdón, hijo de Miqueas, a Safán, el secretario, y a Asayas, cortesano del rey:


El Señor dijo a Moisés: 'Sube hasta el Señor, tú, Aarón, Nadab, Abihú y setenta ancianos de Israel; os postraréis a distancia.


Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y setenta ancianos de Israel subieron


El que trabaja la madera tira la cuerda de medir, diseña el ídolo a lápiz, lo trabaja a la azuela, sigue el diseño con el compás y lo modela semejante a una figura humana, conforme a las facciones de un hombre, para que habite en un templo.


El Señor me dijo: 'Vete a comprar una vasija de barro, toma contigo algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes


me han abandonado, han enajenado este lugar, han ofrecido en él incienso a dioses extraños que no habían conocido ni ellos ni sus padres ni los reyes de Judá, han llenado este lugar de sangre inocente.


Pero el rey Joaquín mandó algunos hombres a Egipto: Elnatán, hijo de Acbor, con otros cuantos,


En cuanto a Jeremías, fue protegido por Ajicán, hijo de Safán, y así no fue entregado en manos del pueblo para darle muerte.


La carta fue llevada por Elasa, hijo de Safán, y Gamarías, hijo de Jelcías, a quienes Sedecías, rey de Judá, había enviado a Babilonia, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia. Decía:


Entonces Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías. Era en el templo del Señor, en la sala de Gamarías, hijo del secretario Safán, en el vestíbulo superior, a la entrada de la puerta nueva del templo del Señor. Todo el pueblo podía oír.


'¿No ha sido acaso el incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén vosotros, vuestros padres, vuestros reyes, vuestros príncipes y el pueblo del país lo que ha recordado el Señor, lo que le ha venido a la memoria?


Me dirigiré, pues, a los grandes y les hablaré, porque éstos conocen el camino del Señor y el precepto de su Dios. ¡Pero unos y otros han quebrado el yugo y han roto las coyundas!


Y el rey de Babilonia los mató en Ribla, en la región de Jamat. Así fue deportado Judá lejos de su tierra.


¡Cómo! ¡Robáis, matáis, cometéis adulterio, juráis en falso, ofrecéis sacrificios a Baal, corréis tras dioses que no conocéis,


En el año séptimo, el día diez del quinto mes, vinieron a consultar al Señor algunos ancianos de Israel y se sentaron a mi alrededor.


Entré, observé y vi toda clase de reptiles y de animales repugnantes, todos los ídolos de la casa de Israel, pintados por toda la pared.


Matad a ancianos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres, hasta el exterminio. Pero no toquéis a los que tengan la cruz en la frente. Empezad por mi santuario'. Empezaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo.


Señor, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.


El Señor dijo a Moisés: 'Reúneme a setenta de los ancianos de Israel, de los que te conste que son realmente ancianos del pueblo y escribas. Llévalos a la tienda de la reunión, y que esperen allí contigo.


El Señor bajó en la nube y habló a Moisés. Tomó una parte del espíritu que tenía Moisés y se la dio a los setenta ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos se pusieron a profetizar, pero no continuaron.


Tomad cada uno vuestro incensario, poned en él el incienso y llegaos ante el Señor con vuestro incensario: 250 incensarios. Tú y Aarón, llegaos también con vuestro incensario'.


Un fuego que salía del Señor devoró a los 250 hombres que ofrecían el incienso.


un vaso de oro de ciento veinte gramos de peso, lleno de perfume;


Después de esto, el Señor designó otros setenta y dos, y los envió delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde él pensaba ir.


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