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Ezequiel 16:5 - Biblia Martin Nieto

5 Nadie hizo contigo estos deberes de piedad por compasión a ti, sino que, como un ser despreciable, fuiste expuesta en campo abierto el día de tu nacimiento.

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Biblia Reina Valera 1960

5 No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Nadie puso el más mínimo interés en ti; nadie tuvo compasión de ti ni te cuidó. El día de tu nacimiento, no fuiste deseada; te arrojaron en el campo y te abandonaron para que murieras.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Nadie tuvo compasión de ti, nadie te cuidó, ni siquiera por piedad; el día en que viniste al mundo, a nadie interesabas y te dejaron en el suelo en medio del campo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Nadie se apiadó de ti para hacerte esos menesteres, ni tuvo de ti compasión; sino que, asqueados de ti, te arrojaron a campo abierto el día que naciste.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Nadie se fijó en ti para hacerte alguno de estos menesteres por compasión hacia ti, sino que te echaron en pleno campo, por la repugnancia que dabas el día en que naciste''.

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Ezequiel 16:5
13 Tagairtí Cros  

y dijo a Abrahán: 'Echa a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no va a heredar con mi hijo Isaac'.


Entonces el Faraón dio esta orden a todo el pueblo: 'Echad al río a todo varón que nazca, pero dejad vivir a las niñas'.


¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaría de ti.


Será enterrado como un asno, será arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén.


Mis ojos están en lágrimas sumidos, mis entrañas se estremecen; mi hiel por tierra derramada, por la caída de la hija de mi pueblo, cuando desfallecían niños y lactantes en las plazas de la ciudad.


¡Arriba! Lanza gritos en la noche, a cada relevo de la guardia; derrama, como agua, tu corazón delante del Señor; alza tus manos a él por tus pequeños, que desfallecen de hambre en las esquinas de las calles.


Las mismas manos de tiernas mujeres cocieron a sus hijos: ellos les sirvieron de comida en la ruina de la hija de mi pueblo.


Hasta los chacales presentan las ubres, dan de mamar a sus cachorros; las hijas de mi pueblo se han hecho crueles como las avestruces del desierto.


Pero yo, pasando junto a ti, te vi agitándote en tu sangre y te dije cuando estabas en tu sangre: Vive


Y tú, hijo de hombre, no los temas ni tengas miedo de sus palabras. No temas, aunque te encuentres entre cardos y zarzas y habites en medio de escorpiones. No temas sus palabras ni te asustes de sus miradas, porque no son más que una raza de rebeldes.


El que toque en el campo un hombre muerto por la espada o un muerto cualquiera, o huesos humanos, quedará impuro durante siete días.


Encontró a su pueblo en el desierto, / en la soledad rugiente de la desolación. / Lo abrazó y se cuidó de él; / lo guardó como la niña de sus ojos.


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