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Ester 6:1 - Biblia Martin Nieto

1 No pudiendo el rey aquella noche conciliar el sueño, pidió que le trajesen el libro de los anales o crónicas y que se las leyeran.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Esa noche el rey no podía dormir, entonces ordenó a un asistente que le trajera el libro de la historia de su reino para que se lo leyeran.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pero esa noche el rey no pudo conciliar el sueño. Pidió que le trajeran el Libro de las Memorias, las Crónicas, y lo leyeron ante el rey.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Aquella noche el sueño huyó del rey, y ordenó que trajeran el rollo de las crónicas, el cual fue leído delante del rey.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Aquella noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó que le trajeran el libro de las memorias, o crónicas y que las leyeran en su presencia.

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Ester 6:1
12 Tagairtí Cros  

Abrahán puso a aquel lugar el nombre de 'El Señor provee', y por eso todavía hoy se dice 'El monte del Señor provee'.


Todas las manifestaciones de su poder y de su valor y la descripción de la grandeza a la que elevó a Mardoqueo está escrito en las crónicas de los reyes de Media y Persia.


Mardoqueo era por entonces empleado del palacio real. Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, llenos de ira, tramaban la muerte del rey.


Mardoqueo lo supo e informó a Ester, y Ester lo comunicó al rey en nombre de Mardoqueo.


Se abrió una información, se comprobó el hecho y los dos eunucos fueron ahorcados. El caso fue consignado en el libro de las crónicas en presencia del rey.


Si el rey quiere agradarme y concederme lo que pido y atender mi deseo, que vuelva mañana con Amán al banquete que prepararé, y daré mi respuesta al rey'.


Los humillados y los pobres buscan agua y no la hay; su lengua de sed está reseca. Yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.


El año segundo de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que le preocupó tanto, que no podía dormir.


Trajeron una piedra y la colocaron en la boca del foso; y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, con el fin de que no pudiese ser mudada la suerte de Daniel.


Así hablaban entre sí los que temen a Dios. Pero el Señor puso atención y escuchó, y se escribió ante él un libro en el que están registrados los que le temen y respetan su nombre.


¡Qué profundidad de riqueza, de sabiduría y de ciencia la de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!


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