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2 Samuel 11:8 - Biblia Martin Nieto

8 Después David dijo a Urías: 'Baja a tu casa y lávate los pies'. Urías salió del palacio y, tras él, le llevaron un obsequio de la mesa real.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 después dijo a Urías: 'Anda a tu casa, te has ganado el derecho de lavarte los pies'. Apenas salió Urías de la casa del rey, éste despachó detrás de él un presente de su mesa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa real, le fue enviado un presente del rey.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Después díjole David a Urías: 'Baja a tu casa y lávate los pies'. Salió Urías del palacio real y tras él salió también un presente de la mesa del rey.

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2 Samuel 11:8
11 Tagairtí Cros  

Os traeremos agua, os lavaréis los pies y reposaréis a la sombra de este árbol.


y les dijo: 'Por favor, señores, venid a casa de vuestro siervo y pasad allí la noche; lavaos los pies, y mañana por la mañana seguiréis vuestro camino'. Ellos le respondieron: 'No; pasaremos la noche en la plaza'.


Después los introdujo en la casa de José, les llevó agua para que se lavaran los pies y dio forraje a sus asnos.


Él les mandaba desde su mesa las porciones, y la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos los otros. Así bebieron y se alegraron en su compañía.


Auxilio, Señor, que ya no hay hombres fieles, la lealtad ya no existe entre los hombres;


Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos hacia un dios extranjero,


Levantan la mano contra sus aliados y rompen el pacto;


¡Ay de aquellos que se esconden del Señor para disimular sus designios; de los que maquinan en la oscuridad y dicen: ¿Quién nos ve y nos conoce?!


Pues nada hay tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber.


Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: '¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella, en cambio, ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.


Y no hay criatura alguna que esté oculta ante ella, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos dar cuenta.


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