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2 Reyes 19:35 - Biblia Martin Nieto

35 Y aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento de Asiria a ciento ochenta y cinco mil; y, al levantarse por la mañana, vieron que todos ellos eran cadáveres.

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Biblia Reina Valera 1960

35 Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Esa misma noche salió el ángel de Yavé y dio muerte en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. ¡A la mañana siguiente, a la hora de levantarse, sólo había cadáveres, estaban todos muertos!

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Y aquella noche aconteció que el ángel de YHVH salió e hirió a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios, y cuando se levantaron de madrugada, he aquí todos eran cadáveres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Aquella misma noche salió el ángel de Yahveh y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron por la mañana, vieron que no había más que cadáveres.

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2 Reyes 19:35
24 Tagairtí Cros  

El ángel extendió su mano sobre Jerusalén para exterminarla; pero el Señor se arrepintió del mal y dijo al ángel exterminador: 'Basta, retira tu mano'. El ángel del Señor estaba junto a la era de Ornán, el jebuseo.


Voy a infundirle un espíritu tal que, al oír cierta noticia, se volverá a su tierra, y allí le haré morir a espada'.


tres años de hambre, una derrota de tres meses perseguido por tus enemigos armados de espada o tres días de peste en el país bajo la espada del Señor y el ángel del Señor haciendo estragos en todo Israel. Elige y dime qué debo responder al que me envía'.


David levantó los ojos y vio al ángel del Señor que estaba entre la tierra y el cielo, con la espada desenvainada en su mano y vuelta hacia Jerusalén. El rey y los ancianos, vestidos de saco, cayeron con sus rostros en tierra,


Cuando los de Judá llegaron a la cima que domina el desierto y volvieron sus ojos hacia la multitud, no vieron más que cadáveres tendidos en tierra. No se había salvado ni uno.


cuando Dios se levanta para hacer justicia, para liberar a todos los oprimidos de la tierra.


La duración de nuestra vida es de setenta años, la de los más fuertes, ochenta, pero en su mayor parte no son más que trabajos y miseria, pues pasan aprisa y nosotros volamos.


ni la peste que avanza en las tinieblas ni el azote que asola al mediodía.


El Señor pasará para castigar a los egipcios y, al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, pasará de largo; no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir.


Porque si yo hubiera extendido mi mano hiriéndote a ti y a tu pueblo con la peste, habríais desaparecido de la tierra.


Pero precisamente por esto te he conservado la vida, para demostrarte mi poder y para que mi nombre sea publicado por toda la tierra.


Ved ya al Señor Dios omnipotente desgajando el ramaje con terrible violencia; caen los más altos, los más altivos son talados.


¡Espanto al caer la tarde, y antes de la mañana ya no existen! Tal es el botín de nuestros saqueadores, la suerte de quienes nos despojan.


Aquella misma noche el ángel del Señor salió e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Por la mañana, al despertar, no se veía más que cadáveres.


Aquella misma noche Baltasar, rey de los caldeos, fue asesinado.


Me compadeceré, en cambio, de la casa de Judá; los salvaré por medio del Señor, su Dios, y no por medio de arco, espada o lanza, o con caballos y jinetes'.


Pero en aquel instante un ángel del Señor lo hirió de muerte, por haberse arrogado el honor de Dios, y murió roído de gusanos.


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