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2 Reyes 18:31 - Biblia Martin Nieto

31 No escuchéis a Ezequías, pues esto dice el rey de Asiria: Haced la paz conmigo y entregaos a mí, y así podrá comer cada uno los frutos de su viña y de su higuera y beber el agua de su cisterna

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Biblia Reina Valera 1960

31 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su propio pozo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 No hagan caso a Ezequías, sino más bien al rey de Asur que les dice: Hagan la paz conmigo, ríndanse, y cada uno de ustedes seguirá comiendo de su viña y de su higuera, y bebiendo el agua de su cisterna.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced la paz conmigo y salid a mí, y cada uno comerá de su vid y de su higuera, y cada uno beberá el agua de su pozo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 No escuchéis a Ezequías, pues así habla el rey de Asiria: haced la paz conmigo, rendíos a mí, y cada uno comerá de su viña y de su higuera y beberá agua de su pozo,

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2 Reyes 18:31
10 Tagairtí Cros  

Dio la misma orden al segundo y al tercero y a todos los que iban detrás del ganado: 'Así habéis de hablar a Esaú cuando lo encontréis;


Acepta, pues, el regalo que te traigo, porque Dios me ha favorecido y tengo abundancia de todo'. Y tanto porfió que Esaú aceptó.


Judá e Israel eran numerosos como la arena que hay en la orilla del mar, y comían, bebían y estaban satisfechos.


Israel y Judá vivieron tranquilos, cada uno bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Berseba, durante toda la vida de Salomón.


ni os haga confiar en el Señor, diciendo: El Señor nos librará y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria.


Las dádivas abren todas las puertas al hombre y le dan acceso a la presencia de los grandes.


El que guarda la higuera come de su fruto, el que vigila sobre su señor recibirá honores.


Los ricos mandan a sus siervos a buscar agua; éstos van a los aljibes, no encuentran agua y vuelven con sus cántaros vacíos; quedan consternados, humillados, y se cubren la cabeza.


En aquel día, palabra del Señor todopoderoso, os invitaréis mutuamente los unos a los otros a la sombra de la parra y de la higuera'.


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