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2 Crónicas 34:5 - Biblia Martin Nieto

5 Quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y así purificó a Judá y Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Quemó los huesos de los sacerdotes paganos sobre sus propios altares, y de esta manera purificó a Judá y a Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Quemó los huesos de sus sacerdotes sobre sus altares y purificó a Judá y Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y purificó así a Judá y a Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Quemó los huesos de los sacerdotes de los ídolos sobre sus altares y purificó así a Judá y a Jerusalén.

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2 Crónicas 34:5
10 Tagairtí Cros  

y gritó contra el altar por orden del Señor: '¡Altar, altar! Esto dice el Señor: Nacerá un hijo a la casa de David, llamado Josías, e inmolará sobre ti a los sacerdotes de las colinas que en ti queman incienso, de modo que arderán sobre ti huesos humanos'.


De regreso, al ver los sepulcros que había en el monte, envió a recoger los huesos de los sepulcros y los quemó en el altar; de este modo profanó, conforme a la palabra del Señor, pronunciada por el hombre de Dios cuando Jeroboán, durante la solemnidad, estaba de pie ante el altar.


Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de las colinas que había allí, quemó sobre ellos huesos humanos y luego se volvió a Jerusalén.


Josías quitó de todo el territorio de Israel todos los ídolos repugnantes e hizo que todos los que se encontraban en Israel sirvieran al Señor, su Dios. Durante todos los días de su vida no se apartaron del Señor, Dios de sus padres.


derribó los altares y las imágenes de Aserá; despedazó y pulverizó los ídolos y rompió los cipos en todo el territorio de Israel. Luego regresó a Jerusalén.


Y con todo esto, Judá, su pérfida hermana, no ha vuelto a mí de todo corazón, su arrepentimiento es falso, dice el Señor.


Purifica tu corazón del mal, oh Jerusalén, para que puedas salvarte. ¿Hasta cuándo guardarás en ti tus perversos pensamientos?


'Hijo de hombre, di a Jerusalén: Eres una tierra que no ha sido purificada ni lavada por la lluvia el día de la ira.


No profanaréis la tierra que habitáis, porque la sangre profana la tierra, y la tierra no puede ser purificada de la sangre vertida sobre ella, sino con la sangre del que la ha vertido.


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