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1 Samuel 25:24 - Biblia Martin Nieto

24 Se echó a sus pies y dijo: 'Que la culpa recaiga sobre mí, señor. Deja hablar a tu sierva y escucha mis palabras.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Cayó a sus pies y le dijo: —Toda la culpa es mía en este asunto, mi señor. Por favor, escuche lo que tengo que decir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Agachada a sus pies le dijo: 'Señor, perdona mi audacia. Permítele a tu sirvienta decir una palabra; escucha las palabras de tu sirvienta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 y echándose a sus pies, dijo: ¡Señor mío, recaiga sobre mí la iniquidad! ¡Permite que tu sierva hable a tus oídos, y oye las palabras de tu sierva!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Luego, echándose a sus pies, exclamó: '¡Que la culpa, oh señor, caiga sobre mí! Pero permite que tu sierva hable en tu presencia y dígnate escuchar las palabras de tu sierva.

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1 Samuel 25:24
15 Tagairtí Cros  

Judá se acercó a él y le dijo: 'Perdón, señor. Permite a tu siervo dirigir una palabra a mi señor, sin que por eso se irrite contra él, porque tú eres en verdad como el Faraón.


La mujer añadió: 'Permite a tu sierva que diga todavía una palabra a mi señor, el rey'. El rey dijo: 'Habla'.


La mujer dijo al rey: 'Que la culpa, oh rey mi señor, caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre; que el rey y su trono sean inocentes'.


Joab fue, y ella le preguntó: '¿Eres tú Joab?'. Él respondió: 'Sí'. Ella le dijo: 'Escucha las palabras de tu sierva'. Él contestó: 'Escucho'.


Ella cayó a sus pies, y se postró en tierra. Tomó a su hijo y salió.


Ester volvió a hablar al rey. Se echó a sus pies llorando y rogándole que anulase los malvados propósitos de Amán, el de Agag, y sus proyectos contra los judíos.


Con la paciencia se consigue persuadir al juez, y la lengua dulce rompe los huesos.


Si la ira del rey se levanta contra ti, no abandones tu puesto; ante los errores graves, hay que tomar las cosas con calma.


El compañero se echó a sus pies y le suplicó: ¡Dame un plazo y te pagaré!


David refrenó a sus hombres y no les permitió lanzarse sobre Saúl.


Cuando Abigaíl vio a David, bajó rápidamente del asno y se postró ante él rostro en tierra.


No haga caso mi señor de este hombre insensato, de Nabal, porque hace honor a su nombre. Se llama Nabal, y verdaderamente es un insensato. Tu sierva no vio a los jóvenes que mi señor envió.


Te suplico que perdones la falta de tu sierva, pues el Señor hará ciertamente a mi señor una casa estable, porque mi señor combate las batallas del Señor y en los días de tu vida no se encontrará el mal en ti.


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