Números 23:27 - Nueva Biblia Española (1975)

²⁷ Balac insistió: Ven, te voy a llevar a otro sitio. A ver si a Dios le parece bien que lo maldigas desde allí.

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

²⁷ Y dijo Balac a Balaam: Te ruego que vengas, te llevaré a otro lugar; por ventura parecerá bien a Dios que desde allí me lo maldigas.

Biblia Nueva Traducción Viviente

²⁷ Entonces el rey Balac le dijo a Balaam: —Ven, te llevaré a un lugar más. Quizá esto agrade a Dios y te permita maldecirlos desde allí.

Biblia Católica (Latinoamericana)

²⁷ Balac le dijo a Balaam: 'Ven, te llevaré a otra parte, y a lo mejor allí tu Dios estará de acuerdo en que me lo maldigas!'

La Biblia Textual 3a Edicion

²⁷ Entonces Balac dijo a Balaam: ¡Ven te ruego, te llevaré a otro lugar! ¡Quizá plazca a los ojos de Dios que me los maldigas desde allí!

Biblia Serafín de Ausejo 1975

²⁷ Balac dijo a Balaán: 'Ven, pues, y te llevaré a otro sitio; quizá a Dios le parezca bien que me los maldigas desde allí'.

Números 23:27 Tagairtí Cros

Job 23:13

Pero él no cambia: ¿quién podrá disuadirlo? Realiza lo que quiere.

Proverbios 19:21

El hombre medita muchos planes, pero se cumple el designio de Dios.

Proverbios 21:30

No valen habilidad ni prudencia ni consejo frente al Señor.

Isaías 14:27

Y si el Señor de los ejércitos decide, ¿quién lo impedirá? Si su mano está extendida, ¿quién se la apartará?

Malaquías 3:6

Yo, el Señor, no he cambiado y ustedes, hijos de Jacob, no han acabado.

Números 22:6

Ven, por favor, a maldecirme a ese pueblo, que me excede en número, a ver si logro derrotarlo y expulsarlo de la región. Pues sé que el que tú bendices queda bendecido y el que tú maldices queda maldecido.

Números 23:13

Balac le dijo: Anda, ven conmigo a otro sitio que te enseñaré, desde donde verás un extremo y no todo el pueblo. Maldícemelo desde allí.

Números 23:26

Balaán le respondió: Ya te lo dije: Haré lo que me diga el Señor.

Números 23:28

Y lo llevó a la cumbre del Fegor, que mira a la estepa.

Romanos 11:29

pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.