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Miqueas 7:2 - Nueva Biblia Española (1975)

2 han desaparecido del país los hombres leales, no queda un hombre honrado; todos acechan para matar, se tienden redes unos a otros;

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Biblia Reina Valera 1960

2 Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 La gente que sigue a Dios ha desaparecido; no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra. Son todos asesinos; les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Desapareció el piadoso de la tierra, Y no hay más hombres rectos. Todos acechan para derramar sangre; Cada cual caza a su prójimo con una red.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Desapareció de la tierra el piadoso, no queda un justo entre los hombres: todos acechan para derramar sangre, unos a otros se tienden redes,

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Miqueas 7:2
29 Tagairtí Cros  

en el corral se agazapa para matar a escondidas al inocente; sus ojos espían al pobre,


Porque el Señor es justo y ama la justicia: los honrados verán su rostro.


Sálvanos, Señor, que se acaba la lealtad, que desaparece la sinceridad entre los hombres:


Han tendido una red a mis pasos, para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella.


Si te dicen: 'Vente con nosotros, a poner insidias mortales, a acechar al inocente;


Las palabras del malvado son insidias mortales, la boca de los rectos los salva.


Se atacará la gente, unos a otros, un hombre a su prójimo; se amotinarán muchachos contra ancianos, plebeyos contra nobles.


Perece el inocente, y nadie hace caso; se llevan a los hombres fieles, y nadie comprende que ante la maldad se llevan al inocente,


Sus pies corren al mal, tienen prisa por derramar sangre inocente; sus planes son planes criminales, destrozos y ruinas jalonan sus calzadas.


y ninguno perdona a su hermano; destroza a diestra, y sigue con hambre, devora a siniestra, y no se sacia.


Enviaré muchos pescadores a pescarlos -oráculo del Señor- , detrás enviaré muchos cazadores a cazarlos por montes y valles, por las hendiduras de las rocas.


su boca es una tumba abierta y todos son guerreros:


porque hay en mi pueblo criminales que ponen trampas como cazadores y cavan fosas para cazar hombres:


He escuchado atentamente: No dicen la verdad, nadie se arrepiente de su maldad diciendo: ¿Qué he hecho? Todos vuelven a sus extravíos como caballo que se lanza a la batalla.


No podíamos andar por la calle, porque acechaban nuestros pasos; se acercaba nuestro fin, el término de nuestros días.


En ti se practica el soborno para derramar sangre; cobras interés usurario, te lucras a costa del prójimo y a mí me tienes olvidado -oráculo del Señor- .


Por tanto, así dice el Señor: ¡Ay ciudad sanguinaria, olla herrumbrosa que no se desherrumbra! Vacíala tajada a tajada; no le ha tocado la suerte.


Escúchenlo, sacerdotes; atiendan, israelitas; casa real, oigan: Es contra ustedes la sentencia. Porque fueron trampa en Atalaya,


Como bandidos al acecho se confabulan los sacerdotes; asesinan camino de Siquén, perpetran villanías.


Antaño mi pueblo se levantaba contra el enemigo, hogaño arrancan túnica y manto a quien transita confiado, ¡desertores de la guerra!


edifican con sangre a Sión, a Jerusalén con crímenes.


ustedes que odian el bien y aman el mal? Arrancan la piel del cuerpo, la carne de los huesos,


No volveré a perdonar a los habitantes del país -oráculo del Señor- ; entregaré a cada uno en manos de su pastor y de su rey; cuando destruyan el país, no los libraré de sus manos.


Los judíos ratificaron la acusación afirmando que así estaban las cosas.


Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme.


Que mi sangre no caiga en tierra, lejos de la presencia del Señor, ya que el rey de Israel ha salido persiguiéndome a muerte, como se caza una perdiz por los montes.


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