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Miqueas 2:2 - Nueva Biblia Española (1975)

2 Codician campos y los roban, casas y las ocupan, oprimen al varón con su casa, al hombre con su heredad.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Cuando quieren un pedazo de tierra, encuentran la forma de apropiárselo. Cuando quieren la casa de alguien, la toman mediante fraude y violencia. Estafan a un hombre para quitarle su propiedad y dejan a su familia sin herencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Si les gustan unos campos, se los roban; si unas casas, se las toman. Se apoderan de la casa y de su dueño, de un hombre y de su propiedad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Codician campos, y los arrebatan, codician casas, y se apropian de ellas. Oprimen al varón y a su familia, al hombre, Y a lo suyo por derecho ancestral.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Si codician campos, los roban; si casas, se apoderan de ellas. Hacen violencia al dueño y a su casa, al hombre y a su propiedad.

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Miqueas 2:2
28 Tagairtí Cros  

Nabot, el de Yezrael, tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria.


'Ayer vi. la sangre de Nabot y de sus hijos, -oráculo del Señor-. Juro que en la misma heredad te daré tu merecido, -oráculo del Señor-'. Así que agárralo y tíralo a la heredad de Nabot, como dijo el Señor.


Si una tierra ha gritado contra mí o sus surcos han llorado juntos,


No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que sea de él.


El Señor viene a entablar un pleito con los jefes y príncipes de su pueblo. Ustedes devastaban las viñas, tienen en casa lo robado al pobre.


¡Ay de los que añaden casas a casas y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir ellos solos en medio del país!


Tú, en cambio, tienes ojos y corazón sólo para el lucro, para derramar sangre inocente, para el abuso y la opresión.


que explota al desgraciado y al pobre, que roba y no devuelve la prenda empeñada, que levanta los ojos a los ídolos y comete abominación;


En ti se practica el soborno para derramar sangre; cobras interés usurario, te lucras a costa del prójimo y a mí me tienes olvidado -oráculo del Señor- .


Pero yo estoy batiendo palmas al ver los negocios que haces y la sangre que hay en ti.


Ustedes, los que se han quedado en las ruinas, cometen abominaciones y profanan a la mujer del prójimo, ¿van a poseer la tierra?


Esto dice el Señor: ¡Basta ya, príncipes de Israel! Aparten la violencia y la rapiña y practiquen el derecho y la justicia. Dejen de atropellar a mi pueblo -oráculo del Señor- .


El príncipe no quitará al pueblo su heredad, expropiándole tiránicamente. Sólo podrá dejar a sus hijos lo que sea propiedad suya, para que mi pueblo no se desperdigue, despojado de su propiedad.


Me dijo: ¿No ves, hijo de Adán? ¡Le parecen poco a la casa de Judá las abominaciones que aquí cometen, y colman el país de violencias, indignándome más y más. ¡Ahí los tienes despachando esbirros para enfurecerme!


revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer profanando mi santo nombre;


Escuchen esta palabra, vacas de Basan, en el monte de Samaria: Oprimen a los indigentes, maltratan a los pobres y piden a sus maridos: 'Trae de beber'.


Escúchenlo los que exprimen a los pobres y eliminan a los miserables;


Escúchenme, jefes de Jacob, príncipes de Israel: ustedes que detestan la justicia y tuercen el derecho,


Los ricos están llenos de violencias, la población miente, tienen en la boca una lengua embustera.


Los llamaré a juicio, seré testigo exacto contra hechiceros, adúlteros y perjuros, contra los que defraudan al obrero de su jornal, oprimen a viudas y huérfanos y atropellan al emigrante sin tenerme respeto -dice el Señor de los ejércitos-.


¡Ay de ustedes, letrados y fariseos hipócritas, que les cierran a los hombres el reino de Dios!


porque raíz de todos los males es el amor al dinero; por esta ansia algunos se desviaron de la fe y se ocasionaron mil tormentos.


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