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Lucas 4:35 - Nueva Biblia Española (1975)

35 Jesús le ordenó: ¡Cállate la boca y sal de ese hombre! El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió de él sin hacerle ningún daño.

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Biblia Reina Valera 1960

35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Pero Jesús lo reprendió: «¡Cállate! —le ordenó—. ¡Sal de este hombre!». En ese mismo momento, el demonio arrojó al hombre al suelo mientras la multitud miraba; luego salió de él sin hacerle más daño.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Jesús amenazó al demonio, ordenándole: 'Cállate y sal de ese hombre. El demonio lo arrojó al suelo, pero luego salió de él sin hacerle daño alguno.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Y Jesús le ordenó, diciendo: ¡Enmudece, y sal de él! Y arrojándolo en medio, el demonio salió de él sin estropearlo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Pero Jesús le increpó: 'Enmudece y sal de este hombre'. Entonces el demonio, echándolo por tierra delante de ellos, salió de él, sin haberle causado daño alguno.

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Lucas 4:35
17 Tagairtí Cros  

Dios dice al pecador: '¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,


El Señor dijo a Satán: El Señor te llama al orden, Satán, el Señor que ha escogido a Jerusalén te llama al orden. ¿No es ése un tizón sacado del fuego?


Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento quedó curado el niño.


El les dijo: ¿Por qué son cobardes? ¡Qué poca fe! Se puso en pie, dio una orden a los vientos y al lago y sobrevino una gran calma.


El espíritu inmundo lo retorció y, dando un alarido, salió.


Se despabiló, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, estáte callado! El viento amainó y sobrevino una gran calma.


Entre gritos y violentas convulsiones, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto.


Pero cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y después reparte el botín.


El les dijo: Seguro qué; me aplicarán el proverbio aquél: 'Médico, cúrate tú'; todo lo que, según hemos oído, se ha hecho para esa Cafarnaún, hazlo también aquí en tu tierra.


El se inclinó a la cabecera, dio una orden imperiosa a la fiebre y se le pasó; ella, levantándose al momento, se puso a servirles.


De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de Dios. El los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.


Los discípulos se acercaron y lo despertaron gritándole: ¡Maestro, Maestro, que nos hundimos! El se despertó y dio una orden al viento y al oleaje; se apaciguaron y vino la calma.


Mira, lo agarra un espíritu y de pronto da un grito, lo retuerce entre espumarajos, y a duras penas se va, dejándolo molido.


Mientras se acercaba lo derribó el demonio y empezó a retorcerlo: Jesús increpó al espíritu inmundo, curó al niño y se lo devolvió a su padre.


Regocíjense por eso, cielos y los que en ellos habitan. ¡Ay de la tierra y del mar! El diablo bajó contra ustedes rebosando furor, pues sabe que le queda poco tiempo.


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