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Jeremías 17:18 - Nueva Biblia Española (1975)

18 fracasen mis perseguidores y no yo, sientan terror ellos y no yo, haz que les llegue el día funesto, quebrántalos con doble quebranto.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asómbrense ellos, y yo no me asombre; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Haz que se avergüencen y se desalienten todos los que me persiguen, pero no dejes que sea yo el avergonzado y el desalentado. Haz que caiga sobre ellos un día de terror. ¡Sí, haz que caiga sobre ellos doble destrucción!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 ¡Que sean humillados mis perseguidores y no yo; que ellos tiemblen de miedo, no yo! Desata sobre ellos todas las calamidades, aplástalos bien aplastados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Avergüéncense quienes me persiguen, Pero no sea yo avergonzado, Sientan terror ellos y no yo; Trae sobre ellos el día malo, Y destrúyelos con doble destrucción.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Véanse avergonzados mis perseguidores, pero no sea yo avergonzado; sean aterrorizados ellos, pero no sea yo aterrorizado. Trae sobre ellos el día de la desgracia y destrúyelos con doble destrucción.

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Jeremías 17:18
21 Tagairtí Cros  

me abrió la carne brecha a brecha y me asaltó como un guerrero.


Sufran una derrota vergonzosa los que me persiguen a muerte, vuelvan la espalda con ignominia los que traman mi daño;


que los sorprenda el desastre imprevisto, que los enrede la red que escondieron y caigan en la zanja que abrieron.


sufran una derrota ignominiosa los que -me persiguen a muerte, vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño;


sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte, vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño;


A ti, Señor, me acojo: que no quede derrotado para siempre;


Y tú cíñete, en pie, diles lo que yo te mando. No les tengas miedo; que si no, yo te meteré miedo de ellos.


Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, sondeas las entrañas y el corazón; a ti he encomendado mi causa, que logre desquitarme de ellos.


Tú, Señor, me examinas y me conoces; tú sabes cuál es mi actitud contigo; apártalos como a ovejas de matanza, resérvalos para el día del sacrificio.


Diles esta palabra: Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar, por la terrible desgracia de la capital de mi pueblo, por su herida incurable.


Les pagaré el doble por sus culpas y pecados, porque profanaron mi tierra con la carroña de sus execraciones y con sus abominaciones llenaron mí heredad.


tú, Señor, eres la esperanza de Israel, los que te abandonan fracasan, los que se apartan serán escritos en el polvo, porque abandonaron al Señor, manantial de agua viva.


Pero yo no he insistido pidiéndote desgracias ni me he augurado un día aciago; tu sabes lo que pronuncian mis labios, lo tienes delante.


Así me dijo el Señor: Ve y colócate en la Puerta de Benjamín, por donde entran y salen los reyes de Judá, y en cada una de las puertas de Jerusalén,


'Pero el Señor está conmigo como fiero soldado, mis perseguidores tropezarán y no me vencerán; sentirán la confusión de su fracaso, un sonrojo eterno e inolvidable.


Bendice, Señor, sus posesiones y acepta la obra de sus manos. Tunde los lomos a sus rivales, que sus enemigos no se levanten.


Páguenle con su misma moneda, devuélvanle el doble de lo que ha hecho, mézclenle en la copa el doble de lo que ella mezcló.


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