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Hebreos 1:3 - Nueva Biblia Española (1975)

3 EL es reflejo de su gloria, impronta de su ser; él sostiene el universo con la palabra potente de Dios; y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de su Majestad en las alturas,

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Biblia Reina Valera 1960

3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 El es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo. El, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 quien siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su ser, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de los° pecados,° se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas,

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Hebreos 1:3
42 Tagairtí Cros  

A ti, Señor, la grandeza, el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tuyo el reino y el que está por encima de todos.


Del norte vienen resplandores de oro, Dios se rodea de majestad terrible;


-oráculo del Señor- a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha, que voy a hacer de tus enemigos un estrado de tus pies'.


Aunque tiemble la tierra con sus habitantes, yo he afianzado sus columnas'.


La palabra del rey es soberana, ¿quién le pedirá cuentas de lo que hace?


EÍ sacerdote los ofrecerá, uno en sacrificio expiatorio y otro en holocausto. Así expía por él, por su gonorrea, ante el Señor.


En pie pastoreará con el poder del Señor, en nombre de la majestad del Señor, su Dios; y habitarán tranquilos, cuando su grandeza se extienda hasta los confines de la tierra.


Maestro, Moisés mandó esto: 'Si uno muere sin hijos, su hermano se casará con la viuda para dar descendencia a su hermano”.


Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y sesentó a la derecha de Dios.


Así que la Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y hemos contemplado su gloria -la gloria que un hijo único recibe de su padre-: plenitud de amor y lealtad.


Al día siguiente, mirando a Jesús que venía hacia él, dijo: Mirad el cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo.


Ella contenía vida, y esa vida era la luz del hombre;


Exaltado así por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado: esto es lo que ustedes están viendo y oyendo.


y dijo: Veo el cielo abierto y a aquel Hombre de pie a la derecha de Dios.


Porque yo no me acobardo de anunciar la buena noticia, fuerza de Dios para salvar a todo el que cree, primero al judío, pero también al griego,


Y ¿a quién tocará condenarlos? Al Mesías Jesús, el que murió, o, mejor dicho, resucitó, el mismo que está a la derecha de Dios, el mismo que intercede en favor nuestro.


pues por su incredulidad el dios del mundo éste les ha cegado la mente y no distinguen el resplandor de la buena noticia del Mesías glorioso, imagen de Dios.


Por tanto, si han resucitado con el Mesías, busquen lo de arriba, donde está el Mesías sentado a la derecha de Dios;


del que se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda clase de maldad y purificarse un pueblo elegido, entregado a hacer el bien.


Y ¿a cuál de los ángeles dijo jamás: 'Siéntate a mi derecha mientras pongo á tus enemigos por tarima de tus pies'?.


Este, en cambio, después de ofrecer un sacrificio único por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios.


fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, Jesús; el cual, por la dicha que le esperaba, sobrellevó la cruz, despreciando la ignominia, está sentado a la derecha del trono de Dios.


Teniendo, pues, un sumo sacerdote extraordinario que ha atravesado los cielos, Jesús el Hijo de Dios, mantengamos firmes la fe que profesamos.


él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como hacen los sumos sacerdotes, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo-, porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose él mismo.


Estamos en el punto capital de la exposición, y es que tenemos esa clase de sumo sacerdote: uno que en el cielo se sentó a la derecha del trono de su Majestad,


Miren,-para disponer de una herencia es preciso que conste la muerte del testador,


si no habría tenido que sufrir muchas veces desde que se creó el mundo. De hecho, su manifestación ha tenido lugar una sola vez, al final de la historia, para abolir con su sacrificio el pecado.


Por medio de él confían en Dios que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; así la fe y esperanza de ustedes están puestas en Dios.


a quien sometieron ángeles, autoridades y poderes, llegó al cielo y está a la derecha de Dios.


Porque cuando les hablábamos de la venida de nuestro Señor, Jesús Mesías, en toda su potencia, no imitábamos fábulas rebuscadas, sino que habíamos sido testigos presenciales de su grandeza.


El recibió de Dios honra y gloria cuando, desde la sublime gloria, le llegó aquella voz tan singular: 'Este es mi hijo, a quien yo quiero, mi predilecto'.


En cambio, cuando nos movemos en la luz, imitándolo a él, que está en la luz, somos solidarios unos de otros y, además, la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.


Como saben, él se manifestó para quitar el pecado, y en él no hay pecado.


gloria y majestad, dominio y poderío por Jesús el Mesías, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos, amén.


Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, a mi lado, lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, a su lado.


'Tú mereces, Señor y Dios nuestro, recibir la gloria, el honor y la fuerza por haber creado el universo: por designio tuyo fue creado y existe.


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