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Esdras 9:4 - Nueva Biblia Española (1975)

4 Todos los que respetaban la Ley del Dios de Israel se reunieron junto a mí al enterarse de esta infamia de los deportados. Permanecí abatido hasta la hora de la oblación de la tarde.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel vinieron y se sentaron conmigo a causa de este ultraje cometido por los que habían regresado del destierro. Allí me quedé sentado, totalmente horrorizado, hasta la hora del sacrificio vespertino.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Entonces todos los que temían la palabra del Dios de Israel con respecto a ese pecado de los desterrados, se juntaron a mi alrededor y yo seguí allí muy conmovido hasta la ofrenda de la tarde.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces se acercaron a mí todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel, a causa de la infidelidad de los del cautiverio, pero yo seguía sentado, consternado, hasta el sacrificio de la tarde.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 En torno a mí se fueron reuniendo todos los que temían las palabras del Dios de Israel, en vista de la prevaricación de los que habían venido del cautiverio. Permanecí abatido y desolado hasta la hora del sacrificio de la tarde.

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Esdras 9:4
13 Tagairtí Cros  

Por haber escuchado estas palabras con dolor de corazón, humillándote ante Dios al oír sus amenazas contra este lugar y sus habitantes, porque te has humillado ante mí, te has rasgado los vestidos y llorado en mi presencia, también yo te escucho -oráculo del Señor- .


Nos comprometemos con nuestro Dios a despedir a todas las mujeres extranjeras y a los niños que hemos tenido de ellas, según decidas tú y los observantes de los preceptos de nuestro Dios. Cúmplase la Ley.


Al tercer día estaban en Jerusalén todos los judíos y benjaminitas, Era el veinte de diciembre. Todo el pueblo se encontraba en la explanada del templo, temblando a causa del problema y de la lluvia intensa.


arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad.


Uno por la mañana y otro por la tarde.


El segundo cordero lo ofrecerás por la tarde, con una ofrenda y una libación como las de la mañana, en oblación de aroma que aplaca al Señor.


Todo esto lo hicieron mis manos, y existió todo esto -oráculo del Señor- . Pero en ése pondré mis ojos: en el humilde y en el abatido que se estremece ante mis palabras.


Oigan la palabra del Señor, los que se estremecen ante sus palabras: Dicen sus hermanos, los que los detestan, los que los rechazan por mi nombre: 'Que el Señor muestre su gloria y veamos la alegría de ustedes'. Pues serán confundidos ellos.


y le dijo el Señor: Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen.


Por entonces yo, Daniel, estaba cumpliendo un luto de tres semanas:


aún estaba pronunciando mi súplica, cuando aquel Gabriel que había visto en la visión llegó volando hasta mí, a la hora de la ofrenda vespertina.


Un israelita fue y trajo a su tienda a una madianita, a la vista de Moisés y de toda la comunidad israelita, mientras ellos lloraban a la entrada de la tienda del encuentro.


Un día subían Pedro y Juan al templo al tiempo de la oración de media tarde,


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