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2 Samuel 3:28 - Nueva Biblia Española (1975)

28 David se enteró muy pronto y dijo: Ante el Señor y para siempre, yo y mi reino somos inocentes de la sangre de Abner, hijo de Ner.

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Biblia Reina Valera 1960

28 Cuando David supo después esto, dijo: Inocente soy yo y mi reino, delante de Jehová, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Cuando David se enteró, declaró: «Juro por el Señor que yo y mi reino somos inocentes para siempre de este crimen cometido contra Abner, hijo de Ner.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 David sólo supo después lo sucedido. Exclamó: 'Yo y mi reino seremos para siempre inocentes ante Yavé de la sangre de Abner, hijo de Ner.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Cuando después David lo supo, dijo: ¡Yo y mi reino somos inocentes ante YHVH por siempre de la copiosa sangre de Abner ben Ner!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Cuando luego lo supo David, exclamó: 'Yo y mi reino somos inocentes ante Yahveh, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner.

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2 Samuel 3:28
10 Tagairtí Cros  

El Señor le replicó: ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra.


Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya; porque Dios hizo al hombre a su imagen.


Y David sentenció: ¡Eres responsable de tu muerte! Pues tu propia boca te acusó cuando dijiste: 'Yo he matado al ungido del Señor' .


El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.


Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte, a un lado de la entrada, para hablar con él a solas, y allí lo hirió en la ingle y lo mató, para vengar la muerte de su hermano Asael.


¡Respondan de ella Joab y su casa! No falten nunca en tu familia tinosos ni gonorreicos, castrados, muertos a espada y muertos de hambre.


El que hiera de muerte a un hombre, es reo de muerte.


No profanarán la tierra en que viven: con la sangre se profana la tierra, y por la sangre derramada en tierra no hay más expiación que la sangre del que la derramó.


Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos cara a la gente, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá ustedes!


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