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1 Reyes 3:9 - Nueva Biblia Española (1975)

9 Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal; si no, ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?

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Biblia Reina Valera 1960

9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Concéde pues a tu servidor que sepa juzgar a tu pueblo y pueda distinguir entre el bien y el mal. ¿Quién podría en realidad gobernar bien a un pueblo tan importante?

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Da pues a tu siervo un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque, ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Concede, pues, a tu siervo un corazón prudente, para que sepa juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo. Porque ¿quién es capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan considerable?'.

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1 Reyes 3:9
36 Tagairtí Cros  

Tu servidora pensó: 'La palabra del rey, mi señor, me servirá de alivio, porque el rey es como un enviado de Dios, que sabe distinguir el bien y el mal. ¡El Señor, tu Dios, esté contigo!'.


De todo el mundo venían a visitarlo, para aprender de la sabiduría de que Dios lo había llenado.


Al Señor le pareció bien que Salomón pidiera aquello,


Todo Israel se enteró de la sentencia que había pronunciado el rey, y respetaron al rey, viendo que poseía una sabiduría sobrehumana para administrar justicia.


Basta que el Señor te conceda prudencia e inteligencia para gobernar a Israel, cumpliendo la Ley del señor, tu Dios.


Concede a mi hijo Salomón un corazón íntegro para poner en práctica todos tus preceptos, normas y mandatos, y para edificarte este templo que he proyectado.


Dame ciencia y sabiduría para dirigir a este pueblo. De lo contrario, ¿quién podría gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?


la justicia de tus preceptos es eterna, instrúyeme y tendré vida.


enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón;


Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos;


La pericia del sagaz discierne su camino, la necedad del insensato se engaña.


Mejor es comprar sabiduría que oro, más vale comprar prudencia que plata.


Oído que escucha, ojo que mira: ambas cosas las hizo el Señor.


Buena es la sabiduría acompañada de patrimonio, y mejor es ver la luz del sol.


La sabiduría hace al sabio más fuerte que diez jefes en una ciudad.


Yo repuse: ¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.


¿y tú pides milagros para ti? No los pidas. Porque yo he de enviar desgracias a todo ser vivo -oráculo del Señor- y tú salvarás tu vida como un despojo adondequiera que vayas.


él cambia tiempos y estaciones, destrona y entroniza a los reyes. El da sabiduría a los sabios y ciencia a los expertos,


Yo les bautizo con agua, para que se arrepientan; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no soy bastante para quitarle las sandalias. Ese los va a bautizar con Espíritu Santo y fuego,


Juan intentaba disuadirlo diciéndole: ¿Tú acudes a mí? Si soy yo quien necesito que tú me bautices.


Yo no puedo hacer nada de por mí; doy la sentencia que oigo y esa sentencia mía es justa, porque no persigo un designio mío, sino el designio del que me mandó.


para éstos, un olor que da muerte y sólo muerte; para los otros, un olor que da vida y sólo vida. Y para esto, ¿quién tiene aptitudes?


No es que de por sí uno tenga aptitudes para poder apuntarse algo como propio. La aptitud nos la hadado Dios.


No sean irreflexivos, traten de comprender lo que el Señor quiere.


así podrán ustedes acertar con lo mejor y llegar genuinos y sin tropiezo al día del Mesías,


El alimento sólido es propio de adultos, que con la práctica tienen una sensibilidad entrenada en distinguir lo bueno de lo malo.


Y si alguno de ustedes se ve falto de acierto, pídaselo a Dios, que da sin discutir y sin humillar; él se lo dará.


En cambio, el saber que baja de lo alto es, ante todo, límpido y luego apacible, comprensivo y abierto, rebosa buen corazón y buenos frutos, no hace discriminaciones ni es fingido.


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