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Salmos 102:4 - Biblia Reina Valera 1909

4 Mi corazón fué herido, y secóse como la hierba; Por lo cual me olvidé de comer mi pan.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 como hierba segada, mi corazón se seca y hasta me olvido de comer mi pan;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Mi corazón herido se agosta como la hierba, Y aun de comer mi pan me olvido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Mis días se terminan en humo, y mis huesos se queman lo mismo que un brasero.

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Salmos 102:4
21 Tagairtí Cros  

Y levantándose los ancianos de su casa fueron á él para hacerlo levantar de tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.


Levantóse luego Esdras de delante la casa de Dios, y fuése á la cámara de Johanán hijo de Eliasib: é ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció sobre la prevaricación de los de la transmigración.


ESTÁ mi alma aburrida de mi vida: Daré yo suelta á mi queja sobre mí, Hablaré con amargura de mi alma.


Mi piel está denegrida sobre mí, Y mis huesos se secaron con ardentía.


Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave.


Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten.


Mis días son como la sombra que se va; Y heme secado como la hierba.


Por lo que como la ceniza á manera de pan, Y mi bebida mezclo con lloro,


Porque como hierba serán presto cortados, Y decaerán como verdor de renuevo.


Dios mío, mi alma está en mí abatida: Acordaréme por tanto de ti desde tierra del Jordán, Y de los Hermonitas, desde el monte de Mizhar.


La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado: Y esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo: Y consoladores, y ninguno hallé.


Acordábame de Dios, y gritaba: Quejábame, y desmayaba mi espíritu. (Selah.)


La hierba se seca, y la flor se cae; porque el viento de Jehová sopló en ella: ciertamente hierba es el pueblo.


Hizo entrar en mis riñones las saetas de su aljaba.


Tendrálo aún en memoria mi alma, porque en mí está humillada.


Donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió.


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