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Lucas 7:37 - Biblia Reina Valera 1909

37 Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, como entendió que estaba á la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un alabastro de ungüento,

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Biblia Reina Valera 1960

37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies,

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Y he aquí una mujer que era pecadora en la ciudad, al enterarse de que estaba reclinado a la mesa en la casa del fariseo, llevó un frasco° de alabastro lleno° de perfume,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Y en esto, una mujer pecadora que había en la ciudad, al saber que él estaba comiendo en la casa del fariseo, llevó consigo un frasco de alabastro lleno de perfume,

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Lucas 7:37
18 Tagairtí Cros  

¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.


Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propicio á mí pecador.


Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado á posar con un hombre pecador.


Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?


No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.


Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.


Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del Fariseo, sentóse á la mesa.


(Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos)


Así que, volvieron á llamar al hombre que había sido ciego, y dijéronle: Da gloria á Dios: nosotros sabemos que este hombre es pecador.


Y sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, á éste oye.


Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.


Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar á los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


Conociendo esto, que la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos y para los desobedientes, para los impíos y pecadores, para los malos y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,


Y si el justo con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador?


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