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Juan 20:25 - Biblia Reina Valera 1909

25 Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

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Biblia Reina Valera 1960

25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Los otros discípulos le dijeron: 'Hemos visto al Señor. Pero él contestó: 'Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Por tanto le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Pero él les dijo: A menos que vea en sus manos la señal de los clavos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos, y meta mi mano en su costado, de ningún modo creeré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Los otros discípulos le decían: 'Hemos visto al Señor'. Pero él les respondió: 'Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré'.

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Juan 20:25
25 Tagairtí Cros  

Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.


Porque perros me han rodeado, Hame cercado cuadrilla de malignos: Horadaron mis manos y mis pies.


Con todo esto pecaron aún, Y no dieron crédito á sus maravillas.


A otros salvó, á sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.


Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.


Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á éllos creyeron.


Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y censuróles su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído á los que le habían visto resucitado.


Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!


Este halló primero á su hermano Simón, y díjole: Hemos hallado al Mesías (que declarado es, el Cristo).


Luego dice á Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel.


Entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, dijo á Pedro: El Señor es. Y Simón Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque estaba desnudo, y echóse á la mar.


Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?


Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo:


¿Y á quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino á aquellos que no obedecieron?


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