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Jeremías 23:11 - Biblia Reina Valera 1909

11 Porque así el profeta como el sacerdote son fingidos: aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Aun los sacerdotes y los profetas son hombres malvados que no tienen a Dios. He visto sus hechos despreciables aquí mismo en mi propio templo —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Hasta el profeta y el sacerdote se han vuelto impíos, y en mi propia Casa me he topado con su maldad, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Profetas y sacerdotes, ambos son impíos. En mi propia Casa encuentro sus maldades, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Profetas y sacerdote son impíos, en mi propia casa encontré su maldad -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 23:11
24 Tagairtí Cros  

Edificó asimismo altares á todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.


A más de esto puso una imagen de fundición, que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios á David y á Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalem, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre:


Y también todos los príncipes de los sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la prevaricación, siguiendo todas las abominaciones de las gentes, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalem.


Y de los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos: De los hijos de Jesuá hijo de Josadec, y de sus hermanos: Maasías, y Eliezer, y Jarib, y Gedalías;


¿Qué tiene mi amado en mi casa, habiendo hecho abominaciones muchas? Y las carnes santas pasarán de sobre ti, porque en tu maldad te gloriaste.


Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber aguas de hiel; porque de los profetas de Jerusalem salió la hipocresía sobre toda la tierra.


Antes asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es invocado mi nombre, contaminándola.


Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué pues haréis á su fin?


Ovejas perdidas fueron mi pueblo: sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron: anduvieron de monte en collado, olvidáronse de sus majadas.


Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.


Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre fué invocado, amancillándola.


Por tanto daré á otros sus mujeres, y sus heredades á quien las posea: porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño.


Mira, oh Jehová, y considera á quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?


Pues habiendo sacrificado sus hijos á sus ídolos, entrábanse en mi santuario el mismo día para contaminarlo: y he aquí, así hicieron en medio de mi casa.


Y los Levitas que se apartaron lejos de mí cuando Israel erró, el cual se desvió de mí en pos de sus ídolos, llevarán su iniquidad.


Por cuanto la gloria de su ornamento pusieron en soberbia, é hicieron en ella imágenes de sus abominaciones, de sus estatuas: por eso se la torné á ellos en alejamiento;


Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Saphán estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y del sahumerio subía espesura de niebla.


Y metióme en el atrio de adentro de la casa de Jehová: y he aquí junto á la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros al oriente, y encorvábanse al nacimiento del sol.


Sus príncipes en medio de ella son leones bramadores: sus jueces, lobos de tarde que no dejan hueso para la mañana:


Sus profetas, livianos, hombres prevaricadores: sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley.


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