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Jeremías 10:10 - Biblia Reina Valera 1909

10 Mas Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: á su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su saña.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Sin embargo, el Señor es el único Dios verdadero. ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Toda la tierra tiembla ante su enojo; las naciones no pueden hacerle frente a su ira.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Pero Yavé es el verdadero Dios, el Dios viviente, el Rey eterno. Cuando se enoja, tiembla la tierra, y las naciones no pueden aguantar su cólera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pero YHVH es el Dios verdadero; ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Por su ira se estremece la tierra, Y las naciones no pueden soportar su indignación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.

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Jeremías 10:10
69 Tagairtí Cros  

Y plantó Abraham un bosque en Beer-seba, é invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno.


Y viéndolo todo el pueblo, cayeron sobre sus rostros, y dijeron: ¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!


A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.


Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder, y la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y la altura sobre todos los que están por cabeza.


Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote, y sin enseñador y sin ley:


Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:


Jehová, Rey eterno y perpetuo: De su tierra fueron destruídas las gentes.


Reconoced que Jehová él es Dios: El nos hizo, y no nosotros á nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.


Porque Jehová es bueno: para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.


El cual mira á la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.


A la presencia del Señor tiembla la tierra, A la presencia del Dios de Jacob;


Tu reino es reino de todos los siglos, Y tu señorío en toda generación y generación.


El cual hizo los cielos y la tierra, La mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre;


Y la tierra fué conmovida y tembló; Y moviéronse los fundamentos de los montes, Y se estremecieron, porque se indignó él.


Jehová preside en el diluvio, Y asentóse Jehová por rey para siempre.


En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.


Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¡Cuándo vendré, y pareceré delante de Dios!


El Señor daba palabra: De las evangelizantes había grande ejército.


La tierra tembló; También destilaron los cielos á la presencia de Dios: Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.


Empero Dios es mi rey ya de antiguo; El que obra saludes en medio de la tierra.


Tú, terrible eres tú: ¿Y quién parará delante de ti, en comenzando tu ira?


Desde los cielos hiciste oir juicio; La tierra tuvo temor y quedó suspensa,


Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; Los relámpagos alumbraron el mundo; Estremecióse y tembló la tierra.


Codicia y aun ardientemente desea mi alma los atrios de Jehová: Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.


Y él juzgará el mundo con justicia; Y juzgará los pueblos con rectitud.


¿Quién conoce la fortaleza de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido?


Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.


Firme es tu trono desde entonces: Tú eres eternalmente.


Sus relámpagos alumbraron el mundo: La tierra vió, y estremecióse.


Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira: y oye todas las palabras de Sennachêrib, el cual ha enviado á blasfemar al Dios viviente.


Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras de Rabsaces, al cual envió el rey de Asiria su señor á blasfemar al Dios vivo, y á reprender con las palabras que oyó Jehová tu Dios: alza pues oración tú por las reliquias que aun han quedado.


He aquí que las naciones son reputadas como la gota de un acetre, y como el orín del peso: he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.


¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.


Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.


El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.


Y nunca más os vendrá á la memoria decir: Carga de Jehová: porque la palabra de cada uno le será por carga; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro.


Y jurarás, diciendo, Vive Jehová, con verdad, con juicio, y con justicia: y bendecirse han en él las gentes, y en él se gloriarán.


Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruídos.


Del grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las gentes.


Y temblará la tierra, y afligiráse; porque confirmado es contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová, para poner la tierra de Babilonia en soledad, y que no haya morador.


¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío hasta generación y generación.


Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi sentido me fué vuelto; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su señorío es sempiterno, y su reino por todas las edades.


De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el señorío de mi reino todos teman y tiemblen de la presencia del Dios de Daniel: porque él es el Dios viviente y permanente por todos los siglos, y su reino tal que no será desecho, y su señorío hasta el fin.


Que salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libró á Daniel del poder de los leones.


Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá.


Y Jehová dará su voz delante de su ejército: porque muchos son sus reales y fuertes, que ponen en efecto su palabra: porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿y quién lo podrá sufrir?


Y debajo de él se derretirán los montes, y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por un precipicio.


Los montes tiemblan de él, y los collados se deslíen; y la tierra se abrasa á su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.


¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pié en el furor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas.


Viéronte, y tuvieron temor los montes: Pasó la inundación de las aguas: El abismo dió su voz, La hondura alzó sus manos.


Paróse, y midió la tierra: Miró, é hizo temblar las gentes; Y los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron á él. Sus caminos son eternos.


¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? ó ¿quién podrá estar cuando él se mostrará? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.


Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.


Mas Jesús callaba. Respondiendo el pontífice, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.


Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.


Y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes á vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y la mar, y todo lo que está en ellos:


El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: Es justo y recto.


Porque, ¿qué es toda carne, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y viva?


Porque ellos cuentan de nosotros cuál entrada tuvimos á vosotros; y cómo os convertisteis de los ídolos á Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.


Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos:


Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.


Y añadió Josué: En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de vosotros al Cananeo, y al Heteo, y al Heveo, y al Pherezeo, y al Gergeseo, y al Amorrheo, y al Jebuseo.


Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero: y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.


Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyó la tierra y el cielo; y no fué hallado el lugar de ellos.


Cuando saliste de Seir, oh Jehová, Cuando te apartaste del campo de Edom, La tierra tembló, y los cielos destilaron, Y las nubes gotearon aguas.


Entonces habló David á los que junto á él estaban, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere á este Filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este Filisteo incircunciso, para que provoque á los escuadrones del Dios viviente?


Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; pues este Filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.


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