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2 Timoteo 1:5 - Biblia Reina Valera 1909

5 Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual residió primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice; y estoy cierto que en ti también.

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Biblia Reina Valera 1960

5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Recuerdo tu fe sincera. Así eran tu abuela Loide y tu madre, Eunice, y estoy convencido de que la recibiste de ellas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 teniendo vivo el recuerdo° de la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida° y en tu madre° Eunice, y he sido persuadido° de que en ti también.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Me acuerdo mucho de la sinceridad de tu fe, la misma que animó primero a tu abuela Loide y a tu madre Eunice, y estoy seguro de que también a ti.

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2 Timoteo 1:5
25 Tagairtí Cros  

Oh Jehová, que yo soy tu siervo, Yo tu siervo, hijo de tu sierva: Rompiste mis prisiones.


OYE, oh Jehová, justicia; está atento á mi clamor; Escucha mi oración hecha sin labios de engaño.


Así que hubo oído, me obedeció; Los hijos de extraños me mintieron;


Sobre ti fuí echado desde la matriz: Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.


Decid á Dios: ¡Cuán terribles tus obras! Por lo grande de tu fortaleza te mentirán tus enemigos.


Acordábame de mis canciones de noche; Meditaba con mi corazón, Y mi espíritu inquiría.


Los aborrecedores de Jehová se le hubieran sometido; Y el tiempo de ellos fuera para siempre.


Mírame, y ten misericordia de mí: Da tu fortaleza á tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva.


Y con todo esto, la rebelde su hermana Judá no se tornó á mí de todo su corazón, sino mentirosamente, dice Jehová.


Jesús vió venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño.


DESPUÉS llegó á Derbe, y á Listra: y he aquí, estaba allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer Judía fiel, mas de padre Griego.


Pues el rey sabe estas cosas, delante del cual también hablo confiadamente. Pues no pienso que ignora nada de esto; pues no ha sido esto hecho en algún rincón.


Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que de suyo nada hay inmundo: mas a aquel que piensa alguna cosa ser inmunda, para él es inmunda.


Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté asegurado en su ánimo.


Empero cierto estoy yo de vosotros, hermanos míos, que aun vosotros mismos estáis llenos de bodad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podáis amonestaros los unos á los otros.


Plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo.


Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,


En castidad, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en amor no fingido;


Pues el fin del mandamiento es la caridad nacida de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida:


Si esto propusieres á los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, criado en las palabras de la fe y de la buena doctrina, la cual has alcanzado.


Por lo cual asimismo padezco esto: mas no me avergüenzo; porque yo sé á quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.


Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús.


Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra.


Pero de vosotros, oh amados, esperamos mejores cosas, y más cercanas á salud, aunque hablamos así.


Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos á otros entrañablemente de corazón puro:


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