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Isaías 60 - Biblia Lenguaje Básico


La nueva Jerusalén

1 Ponte en pie, Jerusalén, porque Dios, que es tu luz, llega hasta ti resplandeciente y su gloria te llena de claridad.

2 Densas tinieblas envuelven a las naciones pero la luz y la gloria de Dios resplandecen sobre ti.

3 Los pueblos seguirán tu rastro de luz y tu claridad iluminará a los reyes.

4 Porque así dice Dios: «Levanta los ojos, Jerusalén, y mira a tu alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; de muy lejos vienen familias enteras trayendo a sus hijos en brazos.

5 Al verlos llegar con los tesoros del mar y las riquezas de las naciones, te llenarás de gozo y alegría.

6 Vendrán a ti, Jerusalén, gentes de todas las regiones del desierto; vendrán desde Madián y desde Efá montados en dromedarios y camellos; vendrán desde el reino de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las grandezas de Dios.

7 Te traerán los rebaños de Quedar y pondrán a tu disposición los carneros de Nebayot para que los lleves ante mi altar como ofrendas agradables; de esta manera llenaré mi Templo de gloria y de esplendor.

8 ¿Quiénes son esos que se mueven como nubes, que vuelan como palomas regresando a su palomar?

9 Son barcos que vienen de lejos y llegan hasta ti Jerusalén; primero llegan las naves de Tarsis trayendo a tus hijos con su oro y su plata; vienen para rendir homenaje al Dios Santo de Israel que te engrandece.

10 Extranjeros reconstruirán tus murallas y sus reyes se pondrán a tu servicio, pues aunque he estado irritado contigo y no dudé en castigarte, ahora te amo y me compadezco de ti.

11 Tus puertas, Jerusalén, no se cerrarán ni de día ni de noche para que así las naciones, bajo la guía de sus reyes, puedan traerte sus riquezas.

12 Cualquier nación o reino que no se ponga a tu servicio será destruido por completo.

13 Todas las riquezas del Líbano y sus maderas de pino, abeto y ciprés darán hermosura a mi Templo donde he puesto mi trono glorioso.

14 Los descendientes de tus enemigos vendrán y se humillarán ante ti; quienes antes te despreciaban se arrodillarán ante ti, Jerusalén, y te llamarán "Ciudad del Dios", "Ciudad del Santo de Israel".

15 Has quedado, Jerusalén, abandonada, aborrecida y desierta, pero yo haré que llegues a ser motivo de orgullo y alegría para siempre.

16 Las naciones te darán alimento y los reyes te entregarán sus regalos. Así reconocerás que yo soy el Dios que te salva, el poderoso libertador de Israel.

17 Yo haré que te gobierne la paz y te dirija la justicia. Te daré oro en vez de bronce, plata en lugar de hierro; te daré bronce en vez de madera, hierro en lugar de piedras.

18 Nunca más se oirá hablar de violencia contra ti, nadie asolará ni destruirá tu territorio; a tus murallas, Jerusalén, las llamarán "Salvación", y a tus puertas "Alabanza".

19 Ya no será necesario que el sol te dé luz durante el día ni que la luna te alumbre de noche, porque Dios será ya para siempre tu luz y tu resplandor.

20 Jamás ya tu sol se ocultará ni tu luna dejará de dar luz, porque Dios será para siempre tu luz y se habrá terminado el tiempo de tu tristeza.

21 En ti, Jerusalén, solo vivirá gente honrada que será la dueña del país por siempre. Será como los brotes de una planta que yo mismo planté; será la obra que yo realicé para mostrar mi poder.

22 Hasta la familia más pequeña se convertirá en una gran nación. Yo, que soy Dios, haré que todo esto suceda pronto».

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