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Deuteronomio 12 - Biblia Lenguaje Básico


Las leyes dadas al pueblo

1 Luego Moisés le dijo al pueblo: —Cuando ya estéis viviendo en la tierra que el Dios de vuestros antepasados os va a dar en posesión, deberéis poner en práctica durante toda vuestra vida los siguientes mandamientos:

2-3 Deberéis destruir todos los lugares donde adoran a sus dioses los pueblos que conquistéis. Esos lugares se encuentran en las montañas, en las colinas y bajo cualquier árbol frondoso. Haced pedazos sus altares, derribad las esculturas de sus dioses y quemad sus árboles sagrados. ¡Que no quede de ellos ni el recuerdo!

4 Cuando adoréis a vuestro Dios no imitéis las costumbres de esos pueblos.

5-6 Dios elegirá un lugar para vivir entre vosotros, y allí deberéis ir para adorarlo, llevando las ofrendas que quemaréis en su honor. Allí llevaréis también la décima parte de todo lo que ganéis, además de las ofrendas voluntarias, las primeras crías de vuestras vacas y ovejas, y cualquier otra ofrenda que hayáis prometido presentarle.

7 En ese lugar comeréis, celebraréis vuestras fiestas en presencia de Dios y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, por todas las bendiciones que vuestro Dios os ha concedido.

8 Pero tened en cuenta que allí no podréis seguir haciendo lo que os venga en gana, como hacéis ahora,

9 porque donde hoy os encontráis no es el lugar de descanso que Dios os va a dar como herencia.

10 Solo cuando crucéis el Jordán y habitéis la tierra que vuestro Dios os da como heredad, poniéndoos a salvo de los enemigos que os rodean, solo entonces podréis vivir en paz y tranquilidad.

11 Entonces llevaréis también a ese lugar que Dios elija para habitar en él, todas las ofrendas establecidas; los sacrificios que deben ser quemados en su honor, la décima parte de vuestras ganancias, vuestras aportaciones voluntarias y todo aquello que hayáis prometido a Dios.

12 Y os alegraréis en presencia de vuestro Dios, tanto vosotros como vuestros hijos e hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y los de la tribu de Leví que vivan entre vosotros; recordad que los de la tribu de Leví no van a recibir nada en el reparto de la tierra.

13-18 Así pues, tened cuidado de no llevar vuestras ofrendas a cualquier parte, sino solo al lugar que Dios elija en una de las tribus. Allí haréis lo que os he ordenado hacer y daréis gracias por las abundantes cosechas que Dios os haya dado. Durante esa fiesta podréis comer de todo lo que llevéis. Todo el pueblo podrá participar, esté o no en condiciones de presentarse ante Dios. Lo único que no podréis comer es carne que aún tenga sangre; debéis dejar que la sangre se escurra sobre el suelo, como si fuera agua. Cuando viváis en vuestras ciudades, no deberéis comer nada de lo que os corresponde de vuestras ofrendas, hasta llegar al lugar escogido por Dios. Y no olvidéis de compartir todo ello con los de la tribu de Leví que habiten en vuestras ciudades;

19 en ningún caso debéis dejarlos desamparados mientras viváis en esa tierra.

20 Pero, cuando Dios cumpla su promesa y agrande vuestro territorio, si queréis comer carne, podréis hacerlo si ese es vuestro deseo.

21 En caso de que el lugar elegido por Dios para habitar en él quede lejos, podréis matar alguna de vuestras vacas u ovejas que Dios os haya dado y, según está mandado, comer en vuestras ciudades lo que os apetezca.

22 Para esto, no tendréis que purificaros y cualquiera podrá comerlo como se come carne de gacela o de ciervo.

23 Pero en ningún caso debéis comer carne que aún tenga sangre, porque la sangre es la vida y nadie puede comer la vida al comer carne;

24 dejaréis, pues, que se escurra sobre el suelo, como si fuera agua.

25 Si lo hacéis así agradaréis a Dios y seréis felices vosotros y vuestros descendientes.

26-27 Lo mismo debéis hacer con la sangre de los animales que presentéis como ofrenda en honor de Dios: primero derramaréis la sangre sobre el altar, y luego podréis comer la carne.

28 Prestad atención a todo lo que os he dicho. Si queréis que os vaya bien a vosotros y a vuestros descendientes, obedeced a Dios y haced todo lo que es recto y le agrada.


Advertencia contra la infidelidad a Dios

29 Moisés continuó hablando al pueblo: —Dios va a destruir a todos los pueblos que estáis a punto de conquistar, y vosotros ocuparéis su territorio.

30 Cuando eso suceda, tened cuidado de no comportaros como esos pueblos adorando a sus dioses.

31 No se os ocurra hacer tal cosa, porque a Dios le repugna la manera en que esos pueblos adoran a sus dioses. ¡Hasta queman a sus propios hijos en sus altares!

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