Santiago 3 - Biblia Martin Nieto1 Hermanos míos, no queráis ser todos maestros, sabiendo que tendremos un juicio más severo. 2 Todos faltamos de muchas maneras. Si uno no falta en las palabras, es un hombre perfecto, capaz de refrenar también todo su cuerpo. 3 Metemos el freno en la boca a los caballos para que nos obedezcan y podamos así dirigir todo su cuerpo. 4 De la misma manera las naves, que, aun siendo tan grandes y azotadas por vientos impetuosos, son dirigidas por un pequeño timón, según la voluntad del piloto. 5 Así también la lengua es un pequeño miembro que se atreve a grandes cosas. Observad que una pequeña chispa puede incendiar un bosque inmenso. 6 La lengua es también de fuego; el mundo de la injusticia. La lengua puesta en medio de nuestros miembros infecta todo nuestro cuerpo y prende fuego al curso de nuestra vida, cuando ella está incendiada con el fuego del infierno. 7 Toda clase de bestias y de aves, de reptiles y de peces es domable, y ha sido de hecho domada por los hombres. 8 Pero nadie ha podido domar nunca la lengua: es un azote irrefrenable, llena de veneno mortífero. 9 Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre; y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. 10 De la misma boca salen las bendiciones y las maldiciones. Pero no debe ser así, hermanos míos. 11 ¿Acaso una fuente echa por el mismo caño agua dulce y amarga? 12 ¿Acaso, hermanos míos, la higuera puede producir aceitunas y la viña higos? El agua salada no dará jamás agua dulce. 13 ¿Quién es sabio y experimentado entre vosotros? Que muestre, con su buena conducta, su dulzura y su sabiduría. 14 Pero si tenéis en vuestros corazones envidia amarga y espíritu de contradicción, no presumáis ni mintáis contra la verdad. 15 Esta sabiduría no viene de arriba, sino que es terrena, sensual, endemoniada; 16 pues donde hay envidia y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda clase de obras malas. 17 La sabiduría de arriba, por el contrario, es ante todo pura, pacífica, condescendiente, conciliadora, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. 18 El fruto de la justicia se siembra en la paz para los que obran la paz. |
Evaristo Martín Nieto©