Proverbios 20 - Biblia Serafín de Ausejo 19751 El vino es insolente; el licor, pendenciero; quien a ellos se entrega no es sabio. 2 Como rugido de león es la ira del rey: quien lo provoca arriesga su vida. 3 Es honor para el hombre evitar las rencillas, pero el insensato se mete en ellas. 4 El perezoso no ara en el otoño; busca luego en la siega, pero en vano. 5 Agua profunda son los proyectos humanos: el hombre sensato sabe acabarlos. 6 Muchos hombres se proclaman amigos; pero un hombre fiel, ¿quién lo hallará? 7 El justo camina en su integridad. ¡Dichosa será su descendencia! 8 El rey sentado en el tribunal discierne todo mal con su mirada. 9 ¿Quién puede decir: 'Purifiqué mi corazón, estoy limpio de mi culpa?'. 10 Dos pesos y dos medidas: ambas cosas las abomina Yahveh. 11 Por sus actos el niño ya demuestra si será pura y recta su conducta. 12 El oído que oye y el ojo que mira: ambas cosas las hizo Yahveh. 13 No ames el sueño: te empobrecerías; ten abiertos los ojos: te hartarás de pan. 14 ¡Malo, malo!, dice el que compra; pero al marchar se congratula. 15 Hay oro y multitud de perlas; pero el mejor tesoro son los labios sensatos. 16 Quítale el vestido, pues avaló a un extraño; embárgale, pues salió fiador de un desconocido. 17 Sabroso es al hombre el pan robado, pero luego se le llena la boca de grava. 18 Los proyectos necesitan consejo: haz la guerra con gran reflexión. 19 Quien anda intrigando descubre secretos: no te asocies con quien mucho habla. 20 Quien desprecia al padre y a la madre, verá morir su lámpara en densas tinieblas. 21 La fortuna amasada con presteza no será al final bendecida. 22 No digas: 'Pagaré mal con mal'; confía en Yahveh, y él te ayudará. 23 Usar dos pesos lo abomina Yahveh, la balanza falsa no está bien. 24 Yahveh dirige los pasos del hombre; ¿cómo sabrá el hombre su propio camino? 25 El hombre se enreda si dice a la ligera: 'Esto es santo', para luego arrepentirse de lo prometido. 26 El rey sabio avienta a los malvados, hace pasar el trillo sobre ellos. 27 Yahveh vigila el espíritu del hombre, penetra todos los rincones de su ser. 28 Bondad y lealtad protegen al rey; apoya su trono en la justicia. 29 La gloria de los jóvenes es su fuerza; gala de los ancianos son su canas. 30 Las huellas del azote purifican la intención; los golpes, el fondo del corazón. |
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