Salmos 44 - Nueva Biblia Española (1975)1 Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron, nuestros padres nos lo han contado la obra que realizaste en sus días, antaño, con tus propias manos. 2 Desposeíste a los paganos y los plantaste a ellos, trituraste naciones y los hiciste crecer a ellos. 3 Porque no fue su espada la que ocupó la tierra ni su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro, porque tú los amabas. 4 Mi rey y mi Dios eres tú, que das la victoria a Jacob. 5 Con tu auxilio embestimos al enemigo, en tu nombre pisoteamos al agresor; 6 pues yo no confío en mi arco ni mi espada me da la victoria; 7 tú nos das la victoria sobre el enemigo y derrotas a nuestros adversarios. 8 Dios ha sido siempre nuestro orgullo, y siempre te daremos gracias. 9 Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: 10 nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea; 11 nos entregas como ovejas a la matanza, y nos has dispersado por las naciones. 12 Vendes a tu pueblo por nada, no lo tasas muy alto. 13 Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean. 14 Nos has hecho el refrán de los paganos, nos hacen muecas las naciones. 15 Tengo siempre delante mi deshonra y la vergüenza me cubre la cara, 16 al oír los insultos e injurias, al ver a mi rival y a mi enemigo. 17 Todo esto nos sucede sin haberte olvidado, sin haber violado tu alianza, 18 sin que nos volviéramos atrás ni se desviaran de tu senda nuestros pasos; 19 y tú nos trituraste, nos deslomaste, nos envolviste en tinieblas. 20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios y extendido las manos a un Dios extraño, 21 ¿no lo habría averiguado Dios, él que penetra los secretos del corazón? 22 Por tu causa continuamente sufrimos degüellos, nos tratan como a ovejas de matanza. 23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate, no nos rechaces más! 24 ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? • 25 Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado al suelo 26 ¡Levántate a socorrernos, redímenos por tu lealtad! |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.