Salmos 25 - Nueva Biblia Española (1975)1 A ti, Señor, presento mi afán: 2 en ti, mi Dios, confío, no quede defraudado, no triunfen de mí mis enemigos; 3 pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. 4 Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas; 5 encamíname fielmente, enséñame, tú eres mi Dios y salvador, en ti espero siempre. 6 Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad son eternas; 7 no te acuerdes de los pecados y delitos de mi juventud, acuérdate de mí con tu lealtad, por tu bondad, Señor. 8 El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores; 9 encamina a los humildes por la rectitud, enseña a los humildes su camino; 10 las sendas del Señor son la lealtad y la fidelidad para los que guardan su alianza y sus mandatos. 11 Por tu nombre, Señor, perdona mi culpa, que es grave. 12 ¿Hay alguien fiel al Señor? Le enseñará un camino escogido: 13 así vivirá feliz y su descendencia poseerá la tierra. 14 El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. 15 Tengo los ojos puestos en el Señor, que saca mis pies de la red. 16 Vuélvete a mí y ten piedad, que estoy solo y afligido; 17 ensancha mi corazón encogido y sácame de mis congojas. 18 Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; 19 mira cuántos son mis enemigos que me detestan con odio cruel. 20 Guarda mi vida y líbrame, que no quede defraudado de haberme acogido a ti. 21 La honradez y la rectitud me protegerán: lo espero de ti. 22 ¡Oh Dios, salva a Israel de todos sus peligros! |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.