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Hechos 21 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Después de separarnos de ellos navegamos derechos a Cos, al día siguiente a Rodas y de allí a Pátara.

2 Encontrando un barco que hacía la travesía a Fenicia, nos embarcamos y zarpamos.

3 Después de avistar Chipre y dejarla a babor, seguimos rumbo a Siria y llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar.

4 Dimos con los discípulos y pasamos una semana con ellos. Movidos por el Espíritu, le decían a Pablo que no pusiera pie en Jerusalén;

5 pero al cabo de la semana los dejamos y continuamos el viaje. Todos, incluso las mujeres y los niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Después de arrodillarnos a rezar en la playa

6 nos separamos de ellos, nos embarcamos y ellos se volvieron a sus casas.

7 Terminando el viaje por mar, desde Tiro llegamos a Tolemaida, saludamos allí a los hermanos y nos quedamos un día con ellos.

8 Salimos al día siguiente y llegamos a Cesárea; fuimos a ver a Felipe, el misionero ambulante, uno de aquellos Siete, y nos hospedamos en su casa.

9 Felipe tenía cuatro hijas solteras con el don de hablar inspiradas.

10 Cuando llevábamos allí varios días, bajó de Judea un inspirado que se llamaba Agabo;

11 vino a vernos, tomó la faja de Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Al dueño de esta faja lo atarán así los judíos en Jerusalén y lo entregarán a los paganos.

12 Al oír aquello, nosotros y los del lugar le insistíamos a Pablo en que no subiera a Jerusalén,

13 pero Pablo replicó: ¿A qué viene ese llanto?, ¿quieren desmoralizarme? No sólo estoy dispuesto a llevar cadenas, sino incluso a morir en Jerusalén por el Señor Jesús.

14 Como no hubo manera de persuadirlo, desistimos diciendo: Sea lo que Dios quiera.

15 Pasados aquellos días y acabados los preparativos, emprendimos la subida a Jerusalén.

16 Desde Cesárea nos acompañaron algunos discípulos para llevarnos a casa de un tal Nasón, natural de Chipre, discípulo de la primera época, que nos iba a dar alojamiento.

17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron gustosos.

18 AL día siguiente fuimos con' Pablo a casa de Santiago, donde estaban también todos los responsables.

19 Pablo los saludó y les contó punto por punto lo que Dios había hecho entre los paganos por ministerio suyo.

20 AL oírlo, alabaron a Dios y le dijeron: Hermano, ya ves cuántos miles de judíos se han hecho creyentes, pero todos siguen siendo fanáticos de la Ley.

21 Por otra parte, han oído rumores acerca de ti: que a los judíos que viven entre paganos les enseñas que rompan con Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones.

22 A ver qué hacemos. Por supuesto se van a enterar de que has llegado;

23 por eso, sigue nuestro consejo: hay aquí cuatro hombres que tienen que cumplir un voto;

24 llévatelos, purifícate con ellos y págales tú el afeitado de cabeza; así sabrán todos que no hay nada de lo que se dice, sino que también tú estás por la observancia de la Ley.

25 Por lo que toca a los paganos que se han hecho creyentes, nosotros les comunicamos por escrito lo que habíamos decidido: que se abstengan de carne sacrificada a los ídolos, de comer sangre y carne de animales estrangulados y de contraer uniones ilegales.

26 Entonces Pablo se llevó a aquellos hombres, se purificó con ellos al día siguiente, y entró en el templo para avisar cuándo se terminaban los días de la purificación y tocaba ofrecer la oblación por cada uno.

27 Cuando estaban para cumplirse los siete días, los judíos de Asia, que lo vieron en el templo, alborotaron al gentío y agarraron a Pablo,

28 gritando: ¡Auxilio, israelitas! Este es el individuo que ataca a nuestro pueblo, a nuestra Ley y a este lugar, enseñando a todo el mundo por todas partes. Además ha introducido a unos griegos en el templo, profanando este lugar santo.

29 Era que antes habían visto por la ciudad a Trófimo el de Efeso con Pablo, y pensaban que Pablo lo había introducido en el templo.

30 El revuelo se extendió por toda la ciudad, y hubo una avalancha de gente; agarraron a Pablo, lo sacaron del templo a rastras e inmediatamente cerraron las puertas.

31 Intentaban matarlo, cuando llegó noticia al comandante de la guarnición de que toda Jerusalén andaba revuelta.

32 Inmediatamente tomó tropa y oficiales y bajó corriendo. Al ver al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.

33 El comandante se acercó, agarró a Pablo y dio orden de que lo ataran con dos cadenas; luego intentó averiguar quién era y qué había hecho, pero en el gentío cada uno gritaba una cosa.

34 No pudiendo sacar nada en limpio por el barullo, ordenó que lo condujeran al cuartel;

35 al llegar a la escalinata era tal la violencia de la gente que los soldados tuvieron que llevar a Pablo en volandas,

36 pues el pueblo en masa venía detrás gritando: ¡Muera!

37 Cuando estaban para meterlo en el cuartel dijo Pablo al comandante: ¿Me permites decirte dos palabras? El comandante contestó: ¿Sabes griego?

38 Entonces ¿no eres tú el egipcio que hace poco amotinó a aquellos cuatro mil guerrilleros y se echó al campo con ellos?

39 Pablo contestó: ¿Yo? Yo soy judío, natural de Tarso, ciudad de Cilicia que tiene su fama; por favor, permíteme hablar al pueblo.

40 Le dio permiso, y Pablo, de pie en las gradas, hizo señas al pueblo con la mano. Se hizo un gran silencio, y les dirigió la palabra en su lengua:

Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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