Simón Pedro respondió: – Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Hebreos 12:22 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia Ustedes, en cambio, se han acercado a un lugar diferente, que es el monte Sion, la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, donde se reúnen millares de ángeles para celebrar, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, Biblia Nueva Traducción Viviente En cambio, ustedes han llegado al monte Sion, a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, y a incontables miles de ángeles que se han reunido llenos de gozo. Biblia Católica (Latinoamericana) Ustedes, en cambio, se han acercado al cerro de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial con sus innumerables ángeles, La Biblia Textual 3a Edicion Sino que os habéis acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo: a Jerusalem la celestial, y a las miríadas de ángeles, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de ángeles, a una reunión plena, Biblia Reina Valera Gómez (2023) sino que os habéis acercado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a una compañía innumerable de ángeles, |
Simón Pedro respondió: – Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
ni por la tierra, pues es el estrado de los pies de Dios; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey;
Después de eso, hay esperanza para los judíos, pues todo Israel será salvo. Como dicen las Escrituras: “Un libertador vendrá de Sión y quitará todo el mal de la familia de Jacob.
“Y sucederá que en el mismo lugar donde se les dijo: ustedes no son mi pueblo; serán llamados hijos del Dios viviente”.
En cambio, Sara representa el nuevo pacto, que corresponde a la Jerusalén celestial que es como la mujer libre y ella es nuestra madre.
Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni inmigrantes, sino que son conciudadanos del pueblo de Dios y son parte de su familia.
Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos a nuestro Salvador y Señor Jesucristo;
porque ellos mismos cuentan cómo nosotros les anunciamos esta Palabra transformadora a ustedes en Tesalónica, y cómo se convirtieron, dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero,
El Señor me librará de toda mala obra y me dará la salvación para su reino celestial; a Él sea la gloria por los siglos de los siglos, así sea.
Actuaban así porque mantenían su mirada en la ciudad invisible, que tiene fundamentos eternos, de la cual el arquitecto y constructor es Dios.
pero ellos aspiraban a una patria mejor, un hogar celestial. Por eso, Dios no se avergonzó de ser su Dios y les preparó una ciudad.
porque en este mundo no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la ciudad que está por venir.
Miren hermanos, ¡Cuídense! Que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo;
¡la sangre de Cristo puede hacer muchísimo más, es mucho más poderosa y significativa! Él se ofreció a Dios como un sacrificio perfecto por el Espíritu eterno. Su sangre purifica nuestra conciencia del mal que hemos hecho, purifica nuestro ser por completo, para que así podamos adorar al Dios viviente.
Sobre estos profetizó Enoc, el descendiente de Adán, diciendo: miren, viene el Señor con todo su ejército de santos y ángeles
Entonces vi al Cordero de pie en el monte Sión, y junto a Él estaban ciento cuarenta y cuatro mil seguidores suyos, que tenían escritos en la frente los nombres del Cordero y de su Padre.
Y me llevó en espíritu a lo alto de una montaña y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, desde Dios;
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente adornada para su novio.
y si alguien le quita algo a la palabra profética de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro.
Al vencedor, lo haré columna del templo de mi Dios y ya no saldrá de allí; escribiré en él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que baja del cielo de parte de mi Dios; también grabaré en él mi nuevo nombre.
Vi también a otro ángel que venía del oriente con la marca del Dios viviente; y gritó con fuerte voz a los otros cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar: