Entonces Abraham oró por Abimélec. Y Dios sanó a Abimélec, a su esposa y a sus siervas, y les permitió tener hijos,
Salmos 6:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Ten piedad de mí, oh Señor, porque soy débil. Sáname, pues mi cuerpo está en agonía, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Biblia Nueva Traducción Viviente Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan. Biblia Católica (Latinoamericana) Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme. La Biblia Textual 3a Edicion ¡Ten piedad de mí, oh YHVH, porque desfallezco! Sáname, oh YHVH, porque mis huesos se estremecen, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ah Señor, no me corrijas en tu enojo y en tu furor no me reprendas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy debilitado; sáname, oh Jehová, porque mis huesos están conmovidos. |
Entonces Abraham oró por Abimélec. Y Dios sanó a Abimélec, a su esposa y a sus siervas, y les permitió tener hijos,
»¡Ay, amigos míos, compadézcanme porque la airada mano de Dios me ha tocado!
Mi fuerza se escurrió como agua y tengo todos los huesos descoyuntados. Mi corazón se derrite como cera;
Me va consumiendo la pena; mis años se han acortado, agotados por la tristeza. Mi desgracia ha acabado con mi fuerza. Me estoy acabando por dentro.
Hubo un tiempo en que yo rehusaba reconocer lo pecador que era. Pero era yo débil y miserable y gemía todo el día.
Tus flechas me han herido profundamente; tus golpes me están demoliendo.
Por tu ira tengo el cuerpo enfermo; mi salud está quebrantada bajo mis pecados.
Devuélveme mi gozo y alegría; me has quebrantado, ahora déjame gozarme.
Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si ustedes prestan atención a mi voz, y me obedecen y hacen lo que es bueno, no los dejaré sufrir las enfermedades que envié sobre los egipcios, porque yo soy el Señor que les da la salud».
Yo sé que por eso me corriges, Señor, pero hazlo con suavidad, te lo ruego. No me corrijas con brusquedad, pues moriría.
¡Señor, sólo tú puedes sanarme, sólo tú puedes salvarme de todos los peligros, por eso toda la gratitud de mi corazón es sólo para ti!
Ese día los israelitas dirán: «¡Vengan, volvamos al Señor! Él es quien nos ha desgarrado, y él será quien nos sane.
Su fama llegó hasta Siria, y le traían todo tipo de enfermos: No había enfermo, endemoniado, loco o paralítico que le trajeran y a quien no sanara.
»”¿No ven que sólo yo soy Dios? Yo hago morir y hago vivir. Yo hago la herida y yo la sano: nadie se escapa de mi poder.