Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Salmos 26:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Señor, amo tu santuario en donde mora tu gloria.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Jehová, la habitación de tu casa he amado, Y el lugar de la morada de tu gloria.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Amo tu santuario, Señor, el lugar donde habita tu gloriosa presencia.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Señor, cuánto amo la casa en que moras, y el lugar donde reside tu gloria.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Oh YHVH, yo amo la Casa donde habitas, Y el lugar donde reside tu gloria.

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Amo, Señor, la casa donde habitas, el lugar de la morada de tu gloria.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar donde tu gloria habita.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Salmos 26:8
22 Tagairtí Cros  

Entonces, siguiendo las instrucciones de David, Sadoc llevó el cofre de regreso a la ciudad. ―Si es la voluntad del Señor —dijo David—, él me permitirá regresar para ver el cofre y el santuario nuevamente. Pero si no, que haga conmigo lo que mejor le parezca.


Y, fuera de todo esto, por amor al templo de Dios, ahora entrego todos mis tesoros privados para ayudar a la edificación.


Cuando Salomón terminó de orar, cayeron del cielo ráfagas de fuego y consumieron el holocausto y los sacrificios.


Y la gloria del Señor llenó el templo del Señor de tal manera que los sacerdotes no podían entrar.


Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.


Mi corazón se consume en la tristeza al recordar aquellos tiempos —¡cómo olvidarlos!— cuando guiaba a una gran multitud hacia el templo en días de fiesta, cantando con gozo, alabando al Señor.


Un sólo día en tu templo es mejor que mil en cualquier otro sitio. Preferiría ser portero del templo de mi Dios que vivir una vida cómoda en palacios de maldad.


¡Quién lo dijera! ¡El Señor me sanó! De hoy en adelante entonaré en el templo cánticos de alabanza cada día, con acompañamiento de orquesta».


Y Ezequías había preguntado: ―¿Qué señal me dará el Señor en garantía de que me sanará?


Luego el Espíritu me alzó, y la magnífica presencia del Señor comenzó a alejarse, acompañada por el sonido como de un gran terremoto al escucharse un grito que decía: «Que magnífica es la presencia del Señor cuando está en su templo».


Después de tres días, lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Él le respondió: ―¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?