Un día que Eliseo fue a Sunén, una mujer importante de la ciudad lo invitó a comer. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía a cenar.
Proverbios 7:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Con palabras suaves la mujer infiel convenció a ese jovencito; lo sedujo con halagos y mimos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios. Biblia Nueva Traducción Viviente Y así lo sedujo con sus dulces palabras y lo engatusó con sus halagos. Biblia Católica (Latinoamericana) Logra convencerlo con habilidad, lo seduce y se lo lleva. La Biblia Textual 3a Edicion Lo atrae con la mucha suavidad de sus palabras, Lo seduce con sus labios lisonjeros. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Lo rinde a fuerza de halagos, lo arrastra con sus labios seductores. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Lo rinde con sus muchas palabras suaves, lo seduce con sus labios lisonjeros. |
Un día que Eliseo fue a Sunén, una mujer importante de la ciudad lo invitó a comer. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía a cenar.
Cuatro veces me enviaron el mismo mensaje y otras tantas les respondí lo mismo.
Se mienten unos a otros, hablando con labios aduladores; ya no hay sinceridad.
Los labios de la mujer infiel son como miel, y sus palabras más suaves que el aceite.
Te protegerán de la mujer malvada, de las palabras seductoras de la mujer infiel.
En un momento él la siguió, como el buey que va camino al matadero, como ciervo que cae en la trampa,
Ellas te librarán de la mujer infiel y de la adúltera y de sus palabras seductoras.
El señor le dijo: “Ve por los caminos y las veredas y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi casa.
pero ellos le dijeron con insistencia: ―Quédate con nosotros. Es muy tarde, ya es casi de noche. Así lo hizo, y entró para quedarse con ellos.
Entonces la bautizamos junto con los demás miembros de su familia. ―Si ustedes creen que soy fiel al Señor —nos dijo ella—, vengan a hospedarse a mi casa. Su insistencia fue tal que aceptamos.
El amor de Cristo nos domina, porque estamos convencidos de que Cristo murió por todos, y por eso todos han muerto.
Cada vez que estaba con él, ella lloraba y se comportó de esa forma por el resto de la fiesta. Por fin, en el séptimo día, él le dio la respuesta y ella se la comunicó sin tardanza a los jóvenes.
Pero él se negó. Los hombres que estaban con él unieron sus súplicas a las de la mujer, hasta que él finalmente cedió y se levantó y se sentó en un diván.