Cuando Jezabel supo que Jehú había regresado a Jezrel, se pintó los ojos, se adornó el pelo y se sentó junto a la ventana.
Proverbios 6:25 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 No la desees en tu corazón por su belleza, no te dejes seducir por sus ojos, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos; Biblia Nueva Traducción Viviente No codicies su belleza; no dejes que sus miradas coquetas te seduzcan. Biblia Católica (Latinoamericana) No sueñes con su belleza, ni te dejes conquistar por sus miradas. La Biblia Textual 3a Edicion No codicies en tu corazón su hermosura, Ni te dejes prender por su mirada,° Biblia Serafín de Ausejo 1975 No desees su hermosura en tu corazón, no te seduzca con sus miradas, Biblia Reina Valera Gómez (2023) No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos: |
Cuando Jezabel supo que Jehú había regresado a Jezrel, se pintó los ojos, se adornó el pelo y se sentó junto a la ventana.
»Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer.
Cautivaste mi corazón, hermosa mía, novia mía; me cautivaste con una sola mirada de tus ojos, con una sola cuenta de tu collar.
Luego juzgará a las altivas mujeres judías, que orgullosas pasan contoneándose con sus pulseras tintineantes en los tobillos, con ojos lascivos que recorren la multitud para atraerse la mirada de los hombres.
¿Y ahora tú, Jerusalén, por qué te pones tu vestido más lindo y las joyas más valiosas y te esmeras tanto con tu maquillaje? ¡No tiene sentido nada de lo que haces! ¡Tus aliados, a los que buscaste para que fueran tus amantes, ahora te desprecian y lo que quieren es verte muerta!
»Aun enviaron a tierras distantes por sacerdotes para que vinieran con otros dioses a quienes rendir homenaje también, ¡y ellos han llegado y han sido acogidos! Y ellas se han lavado, pintado sus párpados y puesto sus más finas joyas para agradarles a ellos.
Pero yo les digo: Cualquiera que mira a una mujer y desea acostarse con ella, comete adulterio en su corazón.
Tampoco codiciarás la esposa de otro hombre, ni su casa, ni su tierra, ni sus esclavos, ni sus bueyes, ni sus burros ni cosa alguna que él posea.