La batalla se extendió a través de todo el país, y fueron más los que se perdieron en el bosque que los que murieron a espada.
Proverbios 24:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas con los veleidosos; Biblia Nueva Traducción Viviente Hijo mío, teme al Señor y al rey. No te juntes con los rebeldes, Biblia Católica (Latinoamericana) ¡Hijo mío, teme a Yavé y al rey, no frecuentes a los revoltosos! La Biblia Textual 3a Edicion Hijo mío: Teme a YHVH, y también al rey, Y no te asocies con los sediciosos, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Teme, hijo mío, a Yahveh y al rey; no te rebeles contra ninguno de los dos; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los que son inestables; |
La batalla se extendió a través de todo el país, y fueron más los que se perdieron en el bosque que los que murieron a espada.
Entonces Adonías y sus invitados se levantaron y huyeron aterrorizados. Sentían temor de perder la vida. Adonías entró corriendo en el santuario y se agarró de los cuernos del altar.
Cuando los israelitas comprendieron que el rey hablaba en serio y que se negaba a escucharlos, comenzaron a gritar: «¡No queremos que ningún descendiente de David nos gobierne! ¡No tenemos nada que nos una a David, el hijo de Isaí! ¡Que el hijo de David reine sobre su propia familia! ¡Israelitas, regresemos a nuestras casas!». Así que los israelitas se fueron a sus casas. Pero Roboán continuó siendo rey de los israelitas que vivían en las ciudades de Judá.
Cuando los israelitas vieron el gran milagro que el Señor había hecho por ellos contra los egipcios, temieron al Señor, y creyeron en él y en su siervo Moisés.
El rebelde sólo busca pelea, pero contra él enviarán un cruel mensajero.
―Del César —respondieron. ―Pues denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Recuérdales que han de someterse al gobierno y a las autoridades, que han de ser obedientes y que deben estar siempre dispuestos a realizar cualquier trabajo honrado.
―Jamás haré lo que me sugieren, —dijo a sus hombres—. Es un grave pecado agredir al rey escogido de Dios.