A los cuarenta años de edad, Esaú se casó con una muchacha llamada Judit, hija de un hitita llamado Beerí. Además se casó con Basemat, hija de otro hitita llamado Elón.
Proverbios 17:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Es doloroso ser el padre de un necio; no hay alegría en ser el padre de un tonto. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra; Y el padre del necio no se alegrará. Biblia Nueva Traducción Viviente Los padres de un necio sufren; no hay alegría para el padre de un rebelde. Biblia Católica (Latinoamericana) El que echa un tonto al mundo le pesará; el padre del insensato no tendrá de qué alegrarse. La Biblia Textual 3a Edicion El que engendra a un insensato, para su propia tristeza lo engendra, Y el padre de un necio no tendrá alegría. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Engendrar un necio va en propio perjuicio, no tiene alegría el padre del fatuo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra; y el padre del necio no tiene alegría. |
A los cuarenta años de edad, Esaú se casó con una muchacha llamada Judit, hija de un hitita llamado Beerí. Además se casó con Basemat, hija de otro hitita llamado Elón.
Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta, y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».
Estos son los proverbios de Salomón. ¡Qué felices viven los padres de un hijo sabio, pero qué tristeza les da el hijo necio.
El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre.
El hijo necio es la ruina de su padre, y la esposa pendenciera como gotera constante.
Precisamente por eso les escribí, para que al llegar no me entristecieran los que debían alegrarme. Estaba seguro de que la felicidad de ustedes estaba íntimamente ligada con la mía.
Para mí no hay mayor alegría que la de oír que mis hijos viven de acuerdo con la verdad.
Pero no eran como su padre, porque eran codiciosos. Aceptaban sobornos y se corrompían en la administración de la justicia.