El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado.
El justo es librado de la tribulación; Mas el impío entra en lugar suyo.
Los justos son rescatados de dificultades, y estas caen sobre los perversos.
El justo se verá libre del peligro, en su lugar caerá el malvado.
El justo es librado de la tribulación, Y el impío entra en lugar suyo.
El justo es liberado de la angustia, y en su lugar sucumbe el malvado.
El justo es librado de la tribulación; mas el impío viene en lugar suyo.
El Señor salva a los santos. Él es su refugio y salvación en tiempos de tribulación.
Cuando muere el malvado, todas sus esperanzas e ilusiones de poder, mueren con él.
Las palabras del malvado destruyen a su prójimo, pero por medio del conocimiento se libra el justo.
Los malvados quedan atrapados en sus propias palabras mentirosas, pero el justo se libra de ese aprieto.
El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable.
Después el rey Darío escribió este mensaje dirigido a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: Deseo a ustedes paz y prosperidad.